ENTREVISTA A EDUARDO BERTI
Libros que contienen historias

Eduardo BertiPor: Juan Terranova. Después de publicar un par de novelas y viajar bastante por Europa, Eduardo Berti se transformó en el editor de La Compañía, un sello dedicado a traducciones de calidad y libros perdidos. Hace unos días le escribí algunas preguntas por mail para escribir mi columna. Desde París, Berti me respondió lo que sigue a continuación.

¿La Compañía es una editorial exclusiva de traducciones y rescates?

Por ahora, sí. Y esto fue, en gran medida, lo que nos llevó a fundar la editorial. Sin embargo, aunque por el momento el "rescate" y la traducción son nuestra tarea fundamental, no descartamos en un futuro abrirnos a otras cosas. Lo que sí me gustaría dejar en claro es que nuestro "rescate" no se limita a buscar cosas del siglo XVIII o XIX, sino también a editar autores de las últimas décadas. Fue el caso de William Goyen. Será, en los próximos meses, el de la italiana Sandra Petrignani o del belga/francés Jacques Sternberg. En otras palabras, la actividad central de la editorial consiste en traducir sobre todo dos clases de libros: obras poco conocidas de autores que nos parecen centrales –es el caso de la novela epistolar Lady Susan, de Jane Austen, uno de los dos primeros libros que publicamos– o, al revés, obras que nos parecen muy importantes de autores muy poco conocidos –es el caso de los cuentos del estadounidense Goyen: La misma sangre y otros cuentos, con traducción y posfacio de Esther Cross. Escogimos estos dos libros para presentarnos en marzo pasado porque, además, representan épocas y sensibilidades diferentes. 

¿Cómo es el proceso de elección de un libro? ¿Cómo llegaste, por ejemplo, a editar Nabokov y su Lolita de Nina Berberova?

Es bastante antojadizo y bastante simple, en el fondo. Si leo un libro que me gusta mucho, o un autor que me conmueve especialmente, me fijo si está traducido. Cuando no lo está –o cuando la traducción es muy vieja y el libro ya no se consigue–, veo si es posible "remediar" eso. Recuerdo que el Nabokov y su Lolita de Berberova lo leí hace más de diez años, recién salido a la venta, estando yo de paso por París. Por entonces no me imaginaba que, años después, iba a vivir casi ocho años en esa ciudad ni, mucho menos, que iba a terminar conociendo a la gente de la editorial Actes Sud (hoy ellos publican las traducciones de mis libros al francés). En el momento de armar la primera lista de títulos para La Compañía, me acordé de ese libro. Y la gente de Actes Sud no sólo tuvo la enorme gentileza de hacer posible esta traducción al castellano, sino que el fundador de la editorial (y "descubridor" de Berberova), Hubert Nyssen, escribió un posfacio especialmente para nosotros. En este caso siento que La Compañía cumple, de veras, esa función tan trillada de "puente".

¿En qué se diferencia, si es que se diferencia, la traducción de un escritor de la traducción de un traductor?

No se puede generalizar, ¿no? Podríamos hacerlo, claro, y decir a muy grandes rasgos que a veces los escritores son "mejores" en su versión castellana que en su cabal comprensión de la versión en idioma extranjero, mientras que a veces con los traductores profesionales suele ocurrir lo contrario. Pero sería sumamente injusto. Porque los grandes traductores, los realmente buenos, no suelen incurrir en ninguno de estos dos defectos, sean a la vez grandes escritores (el caso de Pepe Bianco; el caso de Julio Cortázar, cuyas versiones de Poe o Defoe son magníficas; el caso, hoy, de Marcelo Cohen) o sean más que nada traductores, como en los casos de Aurora Bernárdez o de Enrique Pezzoni.

Los libros están muy cuidados desde el punto de vista editorial. ¿Cómo se elige la foto de contratapa? 

Es cierto que cuidamos el diseño. En eso ayudaron mucho Julieta Ulanovsky y Valeria Dulitzky. En cuanto a las fotos, nos sorprenden las lecturas y las interpretaciones que recibimos después de editado el libro. Y está bueno que sea así.

La historia de Berberova, su rescate tan tardío como escritora, su relación con Nabokov y su obra, la vida de Lafcadio Hearn, su recorrido desde Irlanda hasta Oriente, las notas de Chejov, recuperadas e incluso reveladoras: los libros de La Compañía no sólo contienen historias sino que son eslabones dentro de las historias de sus autores. ¿Publicar libros con historias raras o atractivas, a veces ya míticas, es parte del proyecto de la editorial?

Parece que sí. En todo caso, está claro que no es el resultado de un plan deliberado sino, con seguridad, la consecuencia de una forma de acercarse a los libros, de entender la literatura.

¿Cuáles son los próximos títulos? ¿Por qué elegiste editarlos?

Vamos a editar unos cinco ó seis títulos más en 2009. Entre ellos, textos inéditos o raros de Henry James, Iván Turgueniev y Franz Kafka (en traducciones de Ernesto Schóo, Ariel Magnus y Luisa Borovsky), además del Catálogo de juguetes de Sandra Petrignani, una pequeña joya, con posfacio de Giorgio Manganelli y traducción de Guillermo Piro. En todos los casos los he elegido por su calidad, pero también por un motivo rayano en el egoísmo: quiero tener en mi biblioteca esos libros, que hoy no existen en castellano.

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