Libros

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Por Juan Terranova - @juanterranova Viernes a la noche. Italia perdió uno a cero con Costa Rica. Vi el partido en la estación de micros de Rosario. Me quedó la sensación de que podría haber perdido por más. En Twitter dijeron que era un episodio de The Twlight Zone. Después hice el viaje desde Rosario nervioso, incómodo. Igual pude releer el capítulo que Berman le dedica a Baudelaire en Todo lo sólido se disuelve en el aire. Llegué a la vieja terminal de Córdoba, bajé del micro y paré en un kiosco a comprar una botella de agua mineral. En un momento sentí que iban a asaltar ese kiosco, no sé quién ni cómo y sufrí un golpe de paranoia. El hotel que elegí para hospedarme cerca del Patio Olmos parecía digno por Internet pero la habitación resultó un cuarto de hospicio decimonónico. Tiene una wifi respetable. Un hospicio conectado.

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Por Juan Terranova - @juanterranova Domingo. Hoy, 15 de junio, se cumplen cien años de la publicación de Dubliners. En Buenos Aires, a nadie parece importarle mucho ese cumpleaños. Argentina hoy debuta en el mundial contra Bosnia y eso se lleva toda la atención. Encuentro una nota en el ABC de España, no muy buena, donde se dice que en Las hermanas, el primer cuento del libro, está cifrado que Joyce se quedó ciego por la sífilis. No me irrita tanto la falta de festejo como no haberme puesto yo mismo a escribir algo. Pero tampoco logro sentarme y escribir. Ayer releí algunos cuentos del libro y me volvieron a gustar. Joyce tenía treinta y dos años cuando apareció Dubliners. Por otra parte, mañana es Bloomsday.

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Por Juan Terranova - @juanterranova Lunes. Mi computadora no anda bien. Esa pequeña catástrofe privada me hace pensar que quizás esta relación neurótica que mantengo con el mundo ya es antes que nada tecnológica. Temo perder el día. ¿Qué es un día de trabajo? A veces lo perdemos cuando todo está en optimas condiciones. Con la temperatura adecuada, con sol, silencio, tranquilidad, los artefactos necesarios andando, con todo en funcionamiento, me pasé más de un día completo escuchando música y navegando en la web estilo náufrago sin resultados de ningún tipo. Perder el tiempo es parte de escribir, sí, es verdad. Sin embargo, perder un día de trabajo porque la computadora no funciona es terrible. La presión de la página que debe ser escrita frente a la seguridad de no poder escribirla.

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Juan Terranova - @juanterranova Sábado. Clarín titula: “Una Corte decidirá si murió o está meditando.” Luego se lee: “El gurú Shri Ashutosh Maharaj, un destacado líder espiritual de la India, murió hace 5 meses, a los 70 años. Pero sus seguidores congelaron el cuerpo porque afirman que está en una meditación profunda. Su familia recurrió a la Justicia para que decida si está muerto, ya que pretende cobrar la herencia de 170 millones de dólares.” No se dice nada más. La versión local, y por eso más truculenta, de esa tensión entre familia, religión y propiedad la proveyó Crónica cuando tituló: “Anciana murió y sus perros le devoraron la cara.” La mujer vivía en Guaymallén, Mendoza, tenía noventa años y murió en su cama. Los perros tenían hambre, se ve. Y no dudaron si meditaba o no. Acá todo es más de esa manera.

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Por Juan Terranova. Lunes a la mañana, muy temprano. Llevo a mi hija al colegio. Llora en la puerta. No quiere entrar. Le pregunto por qué. Me dice que el colegio es aburrido. Le digo que lo sé. Mientras desarrollo la fantasía de un niño no escolarizado, mientras me imagino escapando con ella a la Patagonia donde, no sé por qué, no tendría que cumplir los infames ritos de la escolarización formal, ella se compone y entra. Después, en casa, busco en la biblioteca un vieja edición subrayada de Muerte y transfiguración de Martín Fierro. Recuerdo las marcas en lápiz y tinta que hice hace años, más de una década, como si las hubiera hecho hace muy poco tiempo.

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Por Juan Terranova. Domingo. Afuera hay sol y yo planeo pasar el domingo en casa, solo, leyendo. El sol entra por las ventanas. No necesito salir. Sol y silencio es una combinación muy placentera. Tanto la muerte como el Paraíso deben ser lugares que ofrecen ese tipo de equilibrio. Esa tranquilidad iluminada me hizo acordar que entre 1587 y 1588, Galileo Galilei dio dos breves conferencias ante la Academia Fiorentina sobre la forma, ubicación y el tamaño del Infierno. Había una disputa entre dos comentadores de la Comedia y la Academia lo contrata a Galileo, que era muy joven, tenía veinticuatro años, para que incline la discusión en favor del comentador fiorentino. Las conferencias de Galileo se encontraron recién a mediados del siglo XIX, ahí Galileo se dice geocéntrico, calcula la altura de Lucifer usando la regla de tres simple y describe los bordes de los círculos infernales. Pero lo que importa es que elige el Infierno, no todo el poema, ni el Paraíso, ni el Purgatorio. ¿Por qué? Pienso que hay algo de la presión de los discursos institucionales, de lo institucional.

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Por Juan Terranova. Domingo: “El fantasma del enano vampiro aterroriza el Bajo Flores” dice el titular de Crónica. La nota aclara que era húngaro, se llamaba Belek y había logrado escaparse del circo que lo había traído a Buenos Aires para desangrar perros y gatos con los dientes.

billete con hitler

Por Juan Terranova. Sábado. Leo una noticia que muy rápido se multiplica por Internet. Una mujer iba manejando por una ruta semirural de Carolina del Norte y chocó y se mató porque estaba escribiendo con su teléfono. ¿Qué estaba escribiendo? No se sabe bien. Parece que había puesto en su muro de Facebook que la canción “Happy” de Pharrel la hacía muy feliz. Otras versiones dicen que chocó al tratar de sacarse una autofoto sonriendo. ¿Por qué la historia tiene tanta recepción? Porque es irónica. La felicidad y la sonrisa trayendo la muerte. Pero no alcanza con eso. Después de leer esa noticia leo otra similar y todavía más irónica.

UGO

Por Juan Terranova. Lunes. Soñé con mucho detalle. Yo entraba a trabajar a una oficina de alfombras grises y mobiliario blanco de fórmica. No hacía nada. Los demás empleados me recelaban. En un momento dentro del sueño me quedaba dormido por al calefacción y eso me gustaba. Pero se hacía tarde y después no encontraba mi abrigo para irme y quería, al mismo tiempo, imprimir una novela en la impresora y salía mal, con toda la tipografía corrida y cambiada, y por la mitad venía un tipo y me decía que pare, que él tenía que imprimir algo más importante. Así que iba a ver a un tio lejano que tenía en el edificio, en la parte judicial. El tipo me invitaba a un bar en el mismo edificio. Iba con su guardaespaldas. Nos sentábamos en una gran confitería imperial, en decadencia, pero atractiva. Yo pensaba que era un buen lugar para ir a tomar un trago de trasnoche. Cuando llegaba el mozo, yo pedía un café con leche. “¿Con leche gorda?” me decía el mozo. “Y agreguemos unas medialunas gordas” decía mi tío. El guardaespaldas se reía. Luego yo le contaba mi situación a mi tío. Me quería ir, ¿pero a dónde? “Si querés trabajar en la policía, tendríamos qué ver” me decía. El lugar tenía unas cortinas bordó muy altas y mucho dorado. Patricio me dijo que era un sueño muy Twin Peaks.

cartel

Por Juan Terranova. Domingo. Hoy maneje por Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. En una Shell, llegando a Campana, el playero se descuidó y la nafta empezó a caer al cemento, pura, peligrosa, de color celeste. Antes, en Unquillo escuché el galope de un caballo pero no vi el caballo. En Córdoba Capital estuve en la casa del Marqués de Sobremonte. Se conservan sus cañones, los nombres de sus negros y sus instrumentos musicales. ¿Pensaba el marqués en España y en Sevilla? Seguramente había muchas cosas que no comprendía. Pero por algo sus armas siguen ahí. También se conserva parte del mobiliario y, como estaba cansado, en un momento, me acosté en la cama de su hijo. Yo, un italiano descentrado usurpando doscientos años más tarde la cama del hijo del Marqués... Qué rara esa victoria. El siglo XVIII me gusta. Es el siglo castellano. América no existía. La tierra era primitiva de una manera hermosa. Y todos critican a España, pero Castilla vino y se dejo la sangre en este pedazo de nada. La sangre y un idioma. No es poco.