Por: Juan Terranova. Fondo de Cultura acaba de publicar La izquierda lacaniana del politólogo griego Yannis Stavrakakis. Si el título del libro es atractivo, el planteo no resulta menos inteligente. Parafraseando al Massota de Sexo y traición en Roberto Arlt, podríamos decir que este largo ensayo ya estaba escrito, y lo que hacía falta era redactarlo. Pedagógico en el buen sentido, Stavrakakis encara el proyecto con solvencia y logra exponer, de una manera amable con el lector, los intrincados conceptos del psiconalisista francés mientras los relaciona con filósofos contemporáneos. Ya no se trata de preguntarse si es posible una relación entre Lacan y la política y luego justificar algunos malabares, como hicieron Jean-Pierre Cléro y Lynda Lotte en el legendario número 16 de la revista Cités, dirigida por Yves C. Zarka. (Hay edición en español de Nueva Visión, publicada bajo el título Jacques Lacan, psicoanálisis y política. Bs. As. 2004.) Tampoco se trata de un terreno exclusivo de los psicoanalistas que se toman un respiro de la intimidad del consultorio y salen a medirse con las ciencias sociales. Stavrakakis recorta y mapea un grupo conspicuos que desde hace ya un tiempo viene interviniendo en el debate académico con conceptos como ontología negativa, jouissance y point de capiton, adaptados a las exigencias del pensamiento político. Usando de trampolín a Cornelius Castoriadis, La izquierda lacaniana sirve también como un manual de introducción a los últimos debates europeos, anche latinoamericanos. Aunque Stavrakakis no es muy conocido en Argentina, Lacan y los intérpretes de este Lacan político o Lacan para la teoría política – Zizek, Laclau, Mouffe, Badiou– sí lo son. El lector porteño de teoría política no tendrá problema, entonces, para ubicarse en este universo bibliográfico. Cuando entrevisto a Stavrakakis, acaba de llegar de San Juan donde estuvo con Ernesto Laclau en un congreso de filosofía internacional. No resisto la tentación de contarle sobre Perón abriendo el Primer Congreso de Filosofía argentino, en Mendoza, con un fragmento de La Comunidad Organizada y a Carlos Astrada como filósofo oficial. Stavrakakis redobla la apuesta y me dice que enfrente de su hotel en San Juan había una cafetería que se llama “Freud”. “Eso me hizo sentir bien, la primera vez que vengo a la Argentina y encuentro un bar que se llama “Freud”. Cuando lo vi pensé “bueno, no estoy en el lugar equivocado”, y aparte servían un sándwich de lomo muy bueno”.
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