/Por: Juan Terranova. Los años felices de Sebastián Robles y Cómo no pensar en mí de Matias Pailos, recientemente editados por el sello Pánico El Pánico, retoman la vieja pregunta por la identidad. Esta pregunta, la pregunta por la identidad, el sondeo del yo, la pregunta por el grupo de pertenencia, por la patria, la división finalmente entre lo propio y lo ajeno, es anterior a la modernidad. A veces incluso se puede pensar como anterior a la literatura. Sin embargo, atañe y atraviesa de forma vital a la literatura y a la lengua. Podríamos decir, sobre todo, a sus detalles y sus malentendidos. La Argentina del siglo XIX está marcada, quizás en retrospectiva, por Sarmiento. Civilización y barbarie. Civilización o barbarie. El siglo XX, por su parte, está marcado por el peronismo, que resuelve, gira, tergiversa, cambia de lugar ese enunciado. Hacia los años 30, apurado por una inmigración que se consolidaba surge un ensayismo de búsqueda de lo nacional, que podía ser de derecha, o pretendidamente de derecha, o de izquierda, o pretendidamente de izquierda. El primer Borges, con títulos como El idioma de los argentinos, el Martínez Estrada de Radiografía de la Pampa, son dos ejemplos paradigmáticos. En ambos aparece la idea de identidad ligada a la nación, al paisaje, y de base la pregunta ¿quiénes somos, o quiénes son, y cómo somos, o cómo son, los argentinos? La pregunta, central y constante, se va atomizando, pierde visibilidad, a lo largo del siglo XX.
|