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Por Juan Terranova. Lunes. Murió Doris Lessing. Lo único que sé de ella es que estuvo simpática cuando se enteró de que había ganado el Nobel. Su primera reacción fue decir “Oh, Christ.” Baja de un auto, supongo que era un taxi, y la están esperando los periodistas. Venía del mercado. Los periodistas le ponen el micrófono y le dan la noticia. “Oh, Christ.” El tipo que la acompaña con las compras es un excelente personaje secundario, con las cebollas y el alcaucil. Hay video en YouTube.
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Por Juan Terranova. Lunes. Justin Bieber cantó poco, lo estipulado por contrato. Luego pidió disculpas y dio por terminado su show. Esto fue en algún momento del fin de semana. (Cuando vino Prince por primera vez hizo algo similar pero no pidió disculpas ni nada.) Las fanáticas inundaron las redes sociales con injurias al ídolo, aguerridas defensas, compromisos de eternidad y exabruptos de todo tipo. Me atreví a hacer un comentario y me insultaron con énfasis. Verifiqué más crispación que con las feministas, lo cuál ya es decir algo. Según leí Bieber viene de arrebato-rock ya desde Brasil donde una groupie lo filmó durmiendo. Al salir y decir que se sentía mal y que el show terminaba, este pequeño Elvis 2.0 –¿Es mala la comparación? ¿Por qué?– les dio a sus fans algo más concreto que una fantasía pop: les dio una decepción. Una dura y cruel decepción. En el plano artístico nunca logró tanto. Ahora miro fotos de pintadas que las fans hicieron cerca del estadio: “Justin te como la waska” y “Justin colame los dedos.”
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Por Juan Terranova. Domingo. “Let a woman be a woman and a man be a man.” Lo dijo Prince. Me lo imagino canoso mirando un plasma de mil pulgadas en una mansión de Los Ángeles, vestido de seda amarilla. “Pasame la guitar que canto algo." Una chica negra que usa con una larga trenza le acerca el instrumento. Una escena así sería, para mí, la verdadera incógnita de las teorías de género. Busqué su casa con el Google Earth asumiendo que la pileta tiene la forma del símbolo con el que firmaba sus discos hace algunos años. Terminé perdido por la Costa Oeste, recorriendo sus arrabales y boulevares y mirando los grandes espacios en blanco como si fueran tentadores vacios de la cultura univeral. Mientras, Prince canta "Maybe you're just like my mother/ She's never satisfied (She's never satisfied.)"
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Por Juan Terranova. Domingo. Ayer, durante un asado con amigos y alumnos del CEC, me sorprendió encontrar lectores de mi periodismo. Eso hizo que me recriminara a mí mismo cierto estado de egoísmo al escribir. “Pero también es necesario”, pensé. Si se comenta algo de lo que escribo en la web me parece incluso más raro que encontrar a un lector de un libro mío. Doy por sentado que la web es para comunicarse, no para leer y luego, ¡sorpresa!, hacer comentarios sobre eso en un asado. Como fuere, es grato ser tenido en cuenta. ¿Quién no siente un alivio narcisista frente a eso? (Si reaccionamos con prudencia es porque sabemos que puede ser un vicio, un feo vicio.)
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Por Juan Terranova. Lunes. Releo “El poder y la pasión” de Pat Cadigan, en el libro de relatos Matrices. (Una cazador de vampiros tatuado.) Compro, por Internet, un viejo, muy viejo, ejemplar de Cocaína de Pitigrilli. (Probablemente jamás lo lea.) Alguien escribe en Twitter: “Berlusconi non muore perché ha corrotto la morte.” Una frase hermosa.
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Por Juan Terranova. Sábado. Córdoba capital. Fuimos al supermercado con Lamberti y hablamos de los hermanos Cohen. Fargo, The big Lebowski. Jeff Bridges, la bata. Esas cosas. Compramos salsa Ranch. En la lechuga hidropónica había una vaquita de San Antonio. La luz de las heladeras ayudó, por una vez, a reforzar mi seguridad ontológica. Cuando salimos del super, Lamberti señaló unas palmeras en la oscuridad de un parque. Fuimos hacia ellas y después nos acercamos a la calesita, iluminada y vacía. Hablamos de Freud. Coincidimos en que “Pegan a un niño” es un título inmejorable. “La fantasía de presenciar cómo «pegan a un niño» es confesada con sorprendente frecuencia por personas...” La falta de sujeto, la traducción que no termina de ajustarse a nuestro castellano americano, la brutalidad general de la frase, generan un extrañamiento inusual. Ein Kind wird geschlagen. Ya de vuelta en su casa, mientras Lamberti miraba un partido de tenis en la tele, ordené las compras. En su alacena encontré un aceite con mi nombre. Un aceite de La Rioja marca Terranova. Le dije "este aceite se llama como yo". Él desmereció el descubrimiento. Pero igual puso en mute la televisión para escucharme.
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Por Juan Terranova. Lunes. “Me pasé la vida tratando de ser italiano como el resto de los italianos, pero creo que nunca lo logré”, dijo Curzio Malaparte. Desde hace unos días no leo otra cosa que la biografía que le dedicó Maurizio Serra, editada por Tusquets. Mi versión de la frase sería “me pasé toda la vida tratando de ser italiano como el resto de los argentinos, y creo que lo logré a medias.”
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Por Juan Terranova. Sábado a la mañana. Anoto: “Usar pocas palabras. Si es necesario, por una cuestión de medida, agrandar la tipografía hasta dieciocho o veinte.” (No se lee de la misma manera en una tipografía grande.)
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Por Juan Terranova. Sábado a la noche. Lectura y postergación. Los libros en los que más confiamos, los libros que más nos entusiasman, los separamos y los vamos dejando para leer más adelante. Nos paramos frente a la biblioteca y dudamos. No queremos defraudar esas expectativas. Leer, avanzar en la lectura, es un poco resignarse a lo que hay. ¿Pensamos que en el futuro todo va a ser mejor, que nosotros vamos a ser mejores lectores, que vamos a disfrutar más? Guardar un libro sin leer es un acto de esperanza, de fe, pero también de miedo a la decepción. Bibliotecas enteras se construyen así.
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Por Juan Terranova. Lunes. Una propaganda de Renault parodia el discurso psicoanalítico y por eso lo confirma. La idea es que si estás mal, tenés que agarrar el auto y ponerlo a colear en un desierto. Hay un terapeuta que guía la experiencia y la explica a cámara. “El FLUENCE GT Therapy es una novedosa terapia, que consiste en irse al medio de la nada para manejar libremente y así liberar tensiones” dice el epígrafe del spot en YouTube. La reminiscencia bíblica está. Irse al desierto a probarse, para purgarse, para volver cambiado. Otra cosa: es una verdad masculina, la fuerza afirmativa que se despliega cuando, en un desierto psicológico o geográfico, surge la comunión entre el hombre y la máquina.