LOS HIPERCRÍTICOS OPINAN - ESPECIAL |
La conferencia de prensa de Néstor |
Cinco Hipercríticos opinan sobre la conferencia de prensa que ofreció el último martes el ex presidente Néstor Kirchner luego de cinco años. Gustavo Noriega, Adriana Amado Suárez, Sebastián Di Domenica, Juan Terranova y Julián Gorodischer. Diferentes miradas y opiniones. Para sumar a la reflexión y al análisis. |
Sus diatribas contra la prensa no son demasiado importantes
Por Gustavo Noriega.
1.Kirchner dio su primera conferencia de prensa en mucho tiempo y dedicó buena parte de ella a hablar mal de la prensa. Sus modos no fueron los más elegantes posibles pero estuvieron en sintonía con su figura pública habitual.
2.Sus diatribas contra la prensa no son demasiado importantes. La libertad de expresión no corre ningún peligro en la Argentina. Esto es un hecho casi independiente de los deseos de la pareja gobernante. Lo cierto es que por más que el ex presidente coquetee con la idea de atemorizar a los periodistas con sus comentarios ligeramente intimidatorios, cualquiera puede hablar en contra del gobierno sin correr ningún tipo de riesgos.
3.Cuando Kirchner señaló que Clarín tituló con la palabra “represión” cuando detuvieron a De Angeli y “La crisis causó dos muertes” cuando asesinaron a Kosteki y Santillán, estaba en lo cierto.
4.Más que salir escandalizados a defender a nuestro gremio, los periodistas debemos ocuparnos de cosas más importantes, como la situación en el INDEC. El gobierno ha destruido la credibilidad en el Sistema Estadístico Nacional. Cada palabra de Néstor, cada palabra de Cristina debe ser pasada por el tamiz de que pertenecen a un gobierno que falsea las estadísticas públicas, es decir, un gobierno que miente. Usemos la libertad de prensa para señalar este escándalo una y otra vez.
Las no-conferencias
Por Adriana Amado Suárez
Hace un tiempo las agencias de prensa refundaron las conferencias y las convirtieron en el festival del canapé. Cada vez que algunas empresas sacan un nuevo chicle o cambian el frasco del café “convocan a conferencia” en un hotel cinco estrellas, para repartir merchandising alusivo y gacetillas con loas desmedidas al logro empresarial. Los despachos oficiales no se quedan atrás en el artificio. Las “conferencias” oficiales son menos obsequiosas que sus homónimas del sector empresarial, pero igual de irrelevantes. Las conferencias del poder no suelen permitir preguntas: apenas si sirven de caja de amplificación de los anuncios programados. Y aquellos que deberían responder a los periodistas, juzgan a los que preguntan y dan lecciones en lugar de explicaciones. Para colmo, hay quienes dan la conferencia acompañados por laderos que asienten cuando deben, si no son claqué que aplaude todo lo que puede. Esas pseudo conferencias conviven con unas pocas que responden al interés de la sociedad, que se suelen dar sin maquillaje, arriba de la caja de una camioneta o en una oficina improvisada al efecto. Las otras, sólo son de la conveniencia de unos pocos, que cuando quieren hablar de verdad, no convocan a conferencia, sino que distribuyen la información a discreción, en el anonimato de los pasillos. Las conferencias empresariales se hacen para pasar avisos publicitarios; las oficiales, para bajar anuncios propagandísticos. Ambas, “de prensa”, lo que se dice de prensa, no tienen nada.
Enhorabuena, Néstor
Por Sebastián Di Domenica
Néstor Kirchner finalmente se presentó ante los periodistas y ofreció una conferencia de prensa. El acontecimiento atrasa nada más que cinco años. Pero bueno, nunca es tarde para adquirir una buena costumbre. Esa buena costumbre por la cual los hombres con responsabilidades públicas centrales se exponen a la opinión de los otros, y responden interrogantes de los periodistas. Fue Mariano Moreno y los pensadores de nuestra Constitución quienes entendieron que, por los principios de una república, los gobernantes debían dar cuentas de lo que hacían, darle publicidad a los actos de gobierno, y exponerse a la libertad de prensa para que los ciudadanos puedan decidir con un conocimiento pleno de los manejos de la cosa pública. El ex presidente se presentó ante los periodistas con el estilo que lo caracteriza: expuso su posición y ofreció conceptos fuertes, posturas cerradas y críticas al periodismo. Todo mezclado con una mirada espontánea, algún chiste o humorada. Esa espontaneidad que Néstor Kirchner sabe llevar muy bien y que lo ubica como un hombre de a pie que discute en un bar sobre los temas fundamentales de la nación. Enhorabuena, Néstor. Por todas las conferencias de prensa. Para que la actual Presidenta Cristina se sume a la práctica. Y para que todos los periodistas puedan preguntar lo que quieran siempre. Por una república sana y ciudadanos informados.
Kirchner en la televisión
Por Juan Terranova
Néstor Kirchner demostró el martes a la tarde que el periodismo prefiere el escándalo, el equívoco, el desastre o su sospecha, antes que la información o el análisis. ¿Por qué? Con un par de respuestas simples, el ex presidente desarmó a los locutores que lo rodeaban, un poco nervioso al principio, creo yo, de tener que explicar, a esta altura del partido, cómo funcionan las cosas. Digamos la verdad: simiesco, el periodismo hoy ya no se contenta con las clásicas chicanas políticas, hoy cuando hablamos de periodismo a esa escala, hablamos de negocios. Conviene a los medios gráficos y audiovisuales que haya desfazajes, que Das Neves no vaya al acto, que se vea una refriega, que salten las contradicciones. Lo sabía muy bien Hearts a principios de siglo. Las buenas noticias no venden diarios. ¿Y las malas? Mejor disfrazar las buenas noticias –superávit fiscal, instituciones fuertes, continuidad democrática, propietarios y rentistas ricos– de malas noticias. “¿Autoritarismo?” se decía ayer bajo las arcadas del Cabildo. ¿Quién empezó con eso? Menem, el de los decretos, un groncho de traje plateado en una Ferrari. O mejor, la prensa lo construyó como tal, divertida, fanfarrona, indiferente a la realidad política que se transformaba. El monarca que trajo la convertibilidad, hoy derrotado, tuvo su lápida periodística en una excelente crónica que salió en la revista de La Nación con motivo de su pésima elección en La Rioja. ¿Existe una relación histérica entre los argentinos y el poder? Kirchner nunca atendió a la prensa. Y la prensa fue la que lo bautizó como “autoritario” recordando especulaciones de ese taxista que no levanta pasajeros por avenida Córdoba a las tres de la mañana.
El martes anticipó el discurso de Cristina. “Es mi mujer, ¿cómo no voy a hablar de política con ella” dijo. Hasta ese punto tuvo que rebobinar el casette para que los que manejan las cámaras entiendan qué es lo que pasa. El periodista, hoy raza híbrida, egocéntrica, poderosa, mediocre, políticamente inmaduro denuncia lo que sus editores le piden que denuncie. Y si no encuentra un caos para narrar, lo provoca.
A mí son otros relatos los que me interesan en este momento. Por ejemplo, nadie observó que mientras la abrazaba a Cristina después de su discurso ayer en la plaza, Néstor le dijo “te quiero mucho”. No se trata de sensiblerías. Se trata de elegir a un líder, un proyecto político, un grupo que comunica y defiende sus convicciones. De eso, los periodistas saben poco, casi nada.
El fracaso de la videopolítica
Por Julián Gorodischer
Parecía que se había rendido a los postulados de la videopolítica, y que en coincidencia con el cambio de cuadros de los equipos comunicacionales del matrimonio K (con el ingreso de Daniel Rosso y Felipe Yapur a esas oficinas) Néstor Kirchner cedería a mandatos que había desoído durante su gobierno y lo que va del actual. La videopolítica impone algunas condiciones inamovibles a los candidatos y jefes de Estado posteriores a la irrupción de la publicidad en campañas: caracteres templados, convicción en que el mensaje es el medio…En eso, los franceses son expertos desde que F. Miterrand descubrió la fuerza de un gesto y Nicolas Sarkozy lo profundizó en performances histriónicas. Parecía que las cacerolas y el mal ánimo general, sumado al cambio de asesores y “creativos”, habían por primera vez hecho mella en el temperamental ánimo presidencial (presidente del partido): el sorteo de las preguntas de los medios, el sentarse a la “mesa de conferencias” (esa instancia tan en desuso en la era K), el compartir una escena con otros dirigentes introducían abruptamente, casi como en una emergencia comunicacional, el marketing político: sosegar el gesto y la verba, evitar la construcción de ‘un enemigo’, preferir la conciliación al combate.
Pero como si se arrepintiera por ‘haber torcido el brazo’ ante sus publicistas desesperados, o como si la puesta en escena fuera sólo “la farsa” que hizo reventar el marketing político desde adentro, la primera conferencia de prensa de Néstor Kirchner fue el ámbito elegido para fustigar once veces a Clarín y La Nación. El dogma ancrónico que rige la construcción de imagen en el universo K podrá variar el escenario y la puesta, podrá acatar algunos trucos de la videopolítica, pero no cuestiona la adhesión a un clásico de la comunicación política, en desuso en todo el mundo: el discurso multitudinario. “A nosotros nos gusta ir a Plaza de Mayo –dijo Kirchner, volviendo a su ‘yo’ nostálgico-. Y vamos…”.
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