Primero: la idea de una biografía sobre Lanata no nació ahora. Empezó a ser concebida cuando inició sus sesiones de diálisis. Yo le propuse a él mismo que escribiera sus memorias. Una semana después me respondió que no estaba preparado para escribir su enorme epitafio. Al mismo tiempo me sugirió que no habría nadie mejor que yo para hacerlo. De inmediato le dije que no, porque de ninguna manera iba a publicar una biografía que no contara la verdad, por ejemplo, sobre los asuntos más oscuros o más controvertidos de su vida. Los profesionales y los personales. Me respondió un Lanata auténtico: “¿pensás que tengo miedo? ¿Tenés un grabador a mano? Porque a mí no me importa nada” Aquella tarde el periodista inició un camino que ya no tiene retorno. Ahora que tengo casi todo el material en mis manos (es decir: no solo las revelaciones de él mismo sino lo que me contaron más de cien personas que aceptaron dar su testimonio, junto con los documentos correspondientes) debo admitir que lo que al principio parecía divertido se está transformando en un proyecto de alto riesgo. Lo segundo que quiero aclarar es que se que la biografía que estoy escribiendo va a molestar, de una u otra forma, a decenas de personas que hoy tienen mucho poder e influencia, incluído el propio Lanata. En momentos como éste, suelo preguntarme si vale la pena meterme en este tipo de complicaciones de tan alto costo e inciertos beneficios. Y la respuesta es la de siempre: no tengo demasiada alternativa; está en mi naturaleza y nada puedo hacer para evitarlo.

Hasta luego.