ESPECIAL HIPERCRÍTICO - NÉSTOR KIRCHNER |
Despedida en directo |
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Los noticieros delataron su decadencia al repetir mecánicamente la misma cámara boba a la que se conectaron durante 48 horas. Como viene pasando, no pudieron aportar nada diferente ni más sustancioso que los planos programados por la transmisión oficial, cuyo sonido ambiente no hizo justicia a las expresiones conmovidas. El sentimiento popular merecía mejores micrófonos.
La transmisión en directo se contuvo demasiado a lo que fue la expresión desbordada de tantos ciudadanos. Cuando se permitió la emoción, obtuvo audiencia récord, como le pasó a 678, que consiguió su mejor marca cuando las circunstancias lo llevaron a concentrarse en sí mismo. Las audiencias mostraron otra vez que están más avispadas que lo que piensan funcionarios y productores y le dieron la espalda al artificio y a la cámara fija. Prefirieron ser protagonistas de la despedida en directo. El último mensaje a su líder fue que es mucho mejor ser actor que receptor.
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