ESPECIAL HIPERCRÍTICO - NÉSTOR KIRCHNER |
Despedida en directo |
Por: Adriana Amado. Ningún otro Presidente como Néstor Kirchner estuvo tan atento a los medios, ni tan preocupado por las noticias. Paradójicamente fue en su despedida que la ciudadanía le demostró claramente que prefiere el directo a la televisión en directo. La emoción de la plaza y el afecto popular ni por asomo pudo ser reflejada en la transmisión televisiva, que a pesar del esfuerzo de intercalar algunas cuñas con viñetas y testimonios sentidos no pudo iluminar la adusta transmisión oficial ni retener la atención en la pantalla. Así fue que mientras la plaza se iba llenando, la audiencia decaía irremediablemente. Y cansina se desparramó por los canales que prácticamente transmitieron en cadena. O prefirió experimentar la emoción por sí misma, en la plaza, para extender su mano sobre el féretro en lugar de agitarla ante las cámaras. |
Los noticieros delataron su decadencia al repetir mecánicamente la misma cámara boba a la que se conectaron durante 48 horas. Como viene pasando, no pudieron aportar nada diferente ni más sustancioso que los planos programados por la transmisión oficial, cuyo sonido ambiente no hizo justicia a las expresiones conmovidas. El sentimiento popular merecía mejores micrófonos.
La transmisión en directo se contuvo demasiado a lo que fue la expresión desbordada de tantos ciudadanos. Cuando se permitió la emoción, obtuvo audiencia récord, como le pasó a 678, que consiguió su mejor marca cuando las circunstancias lo llevaron a concentrarse en sí mismo. Las audiencias mostraron otra vez que están más avispadas que lo que piensan funcionarios y productores y le dieron la espalda al artificio y a la cámara fija. Prefirieron ser protagonistas de la despedida en directo. El último mensaje a su líder fue que es mucho mejor ser actor que receptor.
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