SOBRE LA INSEGURIDAD
Marcha a ninguna parte

Imagen de la marcha en vivo desde TNPor: Alejandro Lingenti. Cada vez es más notoria la fractura de los lazos de solidaridad en la sociedad argentina. Se trata de una pesada herencia de la dictadura, claro, pero la hipocresìa y el oportunismo de nuestra clase política no colabora demasiado para mejorar las cosas.

Francamente provoca náuseas la actitud de la mayor parte de la oposición, que bailando sobre el cadáver de cada una de las víctimas de algún hecho delictivo aprovecha para hacer simples cálculos electorales y apela al autismo de los que desean a toda costa mantener su situación de privilegio y eliminar los riesgos que implica convivir con los “bárbaros”, los que no tienen nada y deben tolerarlo en silencio o bien esperar sentados la caridad ajena.

¿No es obvio que una de las situaciones más violentas con las que debemos enfrentarnos los argentinos hoy es la de la desigualdad social? Lo vemos en la calle todos los días.

¿Por qué la misma gente que no se manifiesta NUNCA contra la violencia que implica que un chico no tenga diariamente un plato de comida en la mesa, sí va al Obelisco a marchar contra “la inseguridad”? ¿Qué es exactamente la “inseguridad”, una entelequia, un concepto vacío de sentido, algo que viene de otro planeta y está desligado completamente del entorno social, es decir, de nosotros?  ¿No es violencia cerrarle la ventanilla de la 4x4 en la cara a un pibe que se acerca a pedir una moneda?

¿Por qué, si está muy claro que no pueden tomarse como referencia los deseos de alguien que acaba de sufrir una situación traumática como la que vivió Facundo Capristo para pensar una política de seguridad, buena parte de la prensa lo consulta como si fuera un especialista? Lo mismo pasó con Blumberg, con los resultados que conocemos. Blumberg fue un referente quince minutos – por suerte-, y hoy es casi una caricatura.

¿Por qué la prensa no condena con la misma severidad que tiene con un pibe que nació en un entorno salvaje, no puede ir a la escuela, no tiene para comer, pero sí recibe a diario los estímulos de una sociedad enloquecida por el consumo, a la prima de Capristo, que pidió “mutilar de a poquito” al chico que asesinó al chofer?

Que una parte de la sociedad argentina suponga que esto se arregla con marchas plagadas de consignas imprecisas y delegaciones absolutas de responsabilidades (“¡que los politicos hagan algo!”) nos condenará indefectiblemente al fracaso. El día que entendamos que tenemos la clase política, la prensa y la realidad social que construímos nosotros mismos todos los días, quizás empecemos a organizar marchas por problemas que claramente son prioritarios.

Que Daniel, el pibe de 14 años sobre cuyo su futuro (que simboliza el de miles y miles de pibes que viven en la miseria) ni se discute, ande con un arma tiroteándose con sus víctimas (muchas de las cuales, como Capristo, también están armadas), en lugar de estar en una escuela o jugando al fútbol en una plaza, es responsabilidad de todos. No se arregla con más cárceles ni con baja de imputabilidad, ni con pena de muerte (los datos son elocuentes dese hace años: los países con menor tasa de criminalidad son los que tienen mayor justicia social). Lo que va a terminar matándonos a todos no es la violencia de los pibes chorros, sino la estupidez y la hipocresía.

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