ENTREVISTA A FELIPE PIGNA
"La sociedad argentina supera la capacidad de sus políticos"

Felipe PignaPor: Sebastián Di Domenica. Fue un gran lector desde niño, y un libro sobre los egipcios le despertó su interés por la historia a los nueve años. En la juventud militó en el peronismo de los 70 (formó parte de la UES), y luego de hacer la colimba, ingresó en el profesorado de historia. Como profesor de esa materia en el Colegio Carlos Pellegrini desarrolló con un grupo de alumnos documentales de historia argentina, que trascendieron las paredes de esa institución y que lo llevaron a los medios. Un libro exitoso primero, y el programa Algo habrán hecho después, en conjunto con Mario Pergolini, lo llevaron a lo masivo. En el 2008, entre otras muchas cosas, conduce en Canal 7 los miércoles a las 22 15 el programa Lo pasado pensado. Hipercrítico conversó con este historiador en su gran estudio que está ubicado en una casa de Caballito. Un lugar que se resume en cuatro paredes de biblioteca, ventanas luminosas y la tranquilidad necesaria para pensar la historia. En la charla, habló de los políticos, del periodismo, de los personajes de la historia, de sus críticos y del público. 

1-¿Soñabas ser un profesional de la historia tan conocido y tan masivo? ¿Cómo te llevas con la gran exposición?

No, jamás. No me daba ni la cabeza ni la imaginación para tanto. Y no me daba, porque salvo Félix Luna en una época distinta, nadie tuvo tanta popularidad en una profesión tan opacada en Argentina como es la historia. Es una materia que la gente asociaba con el aburrimiento, con el tedio. La masividad la llevo bien, y la gente conmigo es muy cariñosa. Recibo constantemente muestras de afecto. Pero nunca me la creí ni me la creo. Cuando viajo por el país, que lo hago permanentemente, me piden que sea un correo de transmisión de lo que les pasa. Los inundados, los desocupados, los mineros y eso si te desborda. Te llena de orgullo, pero al mismo tiempo es muy doloroso comprobar que la gente no tiene quien la escuche. Entonces, conocen que uno tiene sensibilidad social, y me dicen `contá que existimos´, `conta que nos están contaminando el agua´, `contá que nos están envenenando´, como es el caso de Catamarca o San Juan. Eso me pasa todo el tiempo.

2-¿Qué hacés frente a ese acercamiento?

Yo me lo tomo muy en serio. Si yo le digo a una persona que su problema lo voy a comentar, en el espacio que disponga, lo hago. Será en una nota en Caras y Caretas, o lo hablo en la radio. De alguna manera lo hago. Sino, no me comprometo. Además, lo hago porque amo a este país, y amo su gente. Cada vez más. Y es un país que duele. Podría estar extraordinariamente bien, pero todavía estamos con un déficit terrible a nivel social.

3-¿De qué personaje de la historia has aprendido más?

De muchos. Por ejemplo, Belgrano es inagotable. Tiene escritos sobre economía en temas agrarios y ganaderos que hoy cobran una inmensa actualidad. Se ocupó del reparto de tierras, del peligro de los monocultivos, del peligro de la ganadería como única actividad económica. También Moreno, que tiene una gran calidad intelectual. O Alberdi, con el que no coincido en muchas cosas, pero  que era un pensador extraordinario de una gran claridad y actualidad. Su libro El Crimen de la Guerra tiene mucha vigencia con lo que pasa en el mundo de hoy. Después aprendí de otros con los que no coincido. Pero uno aprende siempre: son 25 años de carrera en la profesión sin parar de leer. Con el tiempo te vas calmando en cuanto a la tolerancia. Lees muchas cosas con las que no estás de acuerdo, que es muy importante. Eso te enriquece muchísimo, porque uno ya tiene una postura que no va a cambiar, pero escuchar las otras voces es muy interesante. Pero hay mucha gente para tener en cuenta: José Ingenieros, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández, Borges o Cortazar que están en el borde de lo literario y que también son personajes históricos. 

4-¿Y en la actualidad te deslumbra algún personaje de la política?

En este momento no recuerdo a nadie vivo que me deslumbre o que me genere admiración. La verdad es que hay mucha pobreza en la clase política argentina, ya sea en la clase gobernante o en otras posiciones,  y no veo nada muy brillante. Sobre todo porque han tenido mucho tiempo del 83 para acá para superarse. La clase política debería estar por encima de la media. Pero vos escuchas los discursos y son muy terrestres. Prácticamente no hay citas históricas, no hay una idea de superación. Hay discursos enervados, de un lado y del otro, que no contribuyen a nada. Es un momento para explicarle a la gente, para parar la pelota. Pero no se hace. Y creo que hay una pobreza enorme. Y me duele mucho. La sociedad argentina supera a la capacidad de sus políticos. Es una sociedad muy lectora, muy culta y la clase dirigente no está a esa altura. 

5-¿Qué opinión te merece el periodismo actual en Argentina?

Me parece que le falta nivel. A veces cae en la política de los medios. Donde se supone, con un  punto de vista muy equivocado, que hay que hacer todo apuradito y sin reflexión. Es decir, algo muy histérico. El ejemplo claro fue con el campo: miserable la cobertura de los medios. Miserable en la escasez de contenidos reales. Sensacionalista. Incendiario. En un país con 30 000 muertos provocar enfrentamientos es una locura. La verdad es que muy pocos medios estuvieron a la altura de las circunstancias. No vi casi debates. Amarillismo puro. En la prensa gráfica, en algunos casos, hubo más cautela. Pero en la televisión falta más reflexión. Se cae en el show. Se lleva gente para enfrentarla y no para discutir. Y luego se aplica el clásico modelo de Grondona de sacar una conclusión, que es muy irrespetuoso. Si van dos personas a discutir, ¿por qué hay un tercero que saca una conclusión como un Dios Padre? Es una cosa increíble que todavía se toleren cosas de ese estilo. El nivel es malísimo. No hay programas políticos. Los programas son de marketing político: los tipos van cuando están en campaña o cuando les conviene hablar de determinados temas. Se repite el esquema de los programas de chimentos para la política. Va el tipo que estuvo en un escándalo. Estuvimos dos meses hablando de Porretti. No tiene la más mínima importancia. Si cometió un delito que vaya preso. Pero en un país que se cae a pedazos no podemos estar dos meses hablando de un intendente corrupto. Es llenar espacios. Hay que hablar de la corrupción estructural.

6-¿Por qué hay un boom de la historia a través de tu persona?

Yo creo que se basa en el respeto. Yo respeto mucho a mis lectores. Les hablo en lenguaje coloquial, y me importa mucho escribir bien. No se si lo logro pero me preocupa mucho. Y la gente encuentra en mis libros una comunicación muy directa. Invito a la gente a que se amigue con la historia. Entonces, esa es una clave. Además, evito hablar en difícil con frases rebuscadas para demostrar sabiduría. Mi modelo es Eric Hobsbawm, que me parece que es el más grande historiador del siglo XX y del siglo XXI. Habla y escribe con una claridad extraordinaria. La erudición tiene que traducirse en la posibilidad de explicar simplemente lo complejo sin simplificar. Yo detesto la simplificación. Creo que hay que aclararle a la gente y no simplificar. Mis libros, que mis críticos no leen, no son simplificaciones. Son explicaciones de temas complejos. Muy documentados en los que la gente va a encontrar muchos documentos, y en donde se explican procesos históricos complicados. No son libros anecdóticos, contrariamente a lo que dicen mis críticos, que no los leen. Mi preocupación pasa porque la gente entienda sin subestimarla. Y se puede hacer, como lo hace mucha gente en todo el mundo.

7-Tus críticos dicen que dividís a la historia entre buenos y malos. ¿Qué decís de esa afirmación?

La verdad es que no es así. Mis críticos no me han leído; ven el programa de televisión. Entonces creen que mis libros son como el programa. Y este es un producto televisivo y masivo en el que nos propusimos hacer una muy breve introducción en la historia argentina. Por supuesto, hay que hacerlo en tiempo corto. Contando con que la gente va a leer después para ampliar, como efectivamente ocurrió. Entonces no se puede juzgar una obra literaria histórica a partir de un programa televisivo. O no me han leído o leen la solapa. Lo cual es una lástima porque es una falta de respeto al lector de las críticas. Me encantaría que esto sea una polémica. Que nos sentemos a discutir contenidos. Pero lo cierto es que acá hay una cuestión ideológica. Por ejemplo, cuando me critica Luis Alberto Romero o Hilda Sábato; hay una crítica ideológica. Ellos no se meten con temas con los que yo me meto constantemente. Tengo una postura muy clara en mis libros que ellos no comparten y la minimizan. Hacen de la crítica formal una crítica ideológica. Me encantaría que haya un debate serio histórico, que no lo hay, sobre los libros y los contenidos y discutir un montón de cosas: sus libros, mis libros, los enfoques de la realidad. ¿Por qué ellos no enseñan en la facultad temas como la semana trágica o la huelga patagónica? ¿Por qué no hablan de movimiento obrero? ¿Por qué no hablan de la dictadura? Podríamos hablar de muchas cosas.

Página de Historia de Felipe Pigna:
http://www.elhistoriador.com.ar/

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