Por Pablo Llonto. Estas líneas se escriben cuando faltan unas horas para el partido Colombia-Argentina por las eliminatorias 2018. Frente a nosotros la página web de TN el canal del grupo Clarín muestra una encuesta y una pregunta: ¿Creés que Tata Martino se juega el puesto en Colombia? Por supuesto, con la desfachatez que da el anonimato, no hay firma del autor de la idea ni de su jefe inmediato que la aprobó. Es decir, nadie sabe con quién se debe discutir el pensamiento que dio origen a semejante interrogatorio.
Sea cual sea el resultado del partido del martes 17 de noviembre, este cronista rechaza toda operación mediática destinada a instalar un clima de zozobra para el futuro del entrenador de la Selección.
Es evidente que la continuidad de un trabajo en un seleccionado nada les importa a un grupo de periodistas deportivos que, desde hace unos días, machaca sobre el público para que, frente a un empate o una derrota, apunten sus dedos y lleven el escrache hasta que la sangre llegue al río: para ellos, ante un mal resultado, la cabeza del Tata debe rodar y sostendrán su afirmación en “el reclamo de la gente”. Reclamo que se elaboró, previamente, con encuestas como las de TN.
Casi como en paralelo a la situación nacional, los medios hegemónicos enceguecen en su creencia de ser los fiscales de la patria. O los impolutos. Y agitan las banderas del desastre y el incendio. Los climas catastróficos se encuentran debajo de la sábana blanca con la cual encubren el endemoniado proyecto alternativo. ¿Y cuál es el proyecto alternativo y superador al de Martino? La nada misma. Igual que en el supuesto país del cambiemos.
El fútbol argentino no necesita resultados para saber cómo anda. La Selección juega igual que juegan nuestros equipos y los futbolistas juegan como juegan los futbolistas argentinos. Esto es lo que tuvimos en la Copa del Mundo 2014 y lo que tenemos en 2015. Ni Martino ni otro entrenador, se llame como se llame, podrá cambiar mucho en estilos. Mucho menos en resultados. Y si no, hablen con Sabella.
La creencia periodística acerca de la influencia de los entrenadores en las campañas exitosas de un equipo se sostiene, desde hace décadas, en intenciones y no en hechos. Si semejante estructura de pensamiento fuese real, todo entrenador campeón con un equipo, debería salir campeón en el siguiente torneo, o al menos segundo, o tercero. Y la historia se ha encargado de supervisar que la falacia del entrenador exitoso ha sido (y es) una de las falacias que parten de falsos razonamientos y llegan a falsas conclusiones.
Como siempre, con nuevo DT y luego de futuros sinsabores, cuando buscan explicar sus falacias, los periodistas de estas tendencias razonan sus fracasos depositando culpas en el otro. Por lo tanto, siembran el clima para expulsar a Martino; y una vez logrado el objetivo, si el siguiente entrenador tampoco sirve, la culpa será del nuevo DT. Jamás de la intentona desestabilizadora que se gesta en estas encuestas de medio pelo y que impiden realizar a los técnicos aquello que debería ser normal: trabajos a largo plazo.
Por ende, aquí plantamos nuestra pica, en la trinchera de resistencia pro-Martino. No por él. Sino por la dignidad de una profesión, la de periodista, que no puede mancharse por un grupo de inconscientes que piden cadalso, como otros agitan y siembran el caos nacional.