diario y selección

Por Pablo Llonto. De las viejas enfermedades de la prensa deportiva una es la de no tener respuestas. Otra es la de creer que adjetivando se resuelven las cosas. Y mucho más cercana, aunque nacida en los tiempos de la explosión radial, es el uso de algunas palabras que conforman el estrecho vocabulario que ciertos adefesios manejan como único argumento: por ejemplo, “¡Qué barbaridad! Y ¡Un papelón”. En ello, la opaca Magdalena Ruiz Guiñazú se destaca como la reina de la falta de ideas.

Sus seguidores, se la agarran ahora con la Selección. La derrota ante Ecuador en el Monumental le dio motivos al diario Clarín para que su pobre editor de tapas colocará la palabra “Papelón” y al más infortunado editor de Crónica para titular, cual catástrofe, “Tatamos al horno”. Recién empiezan las eliminatorias, la Selección jugó sin Messi, y el grueso del periodismo deportivo abrió la bolsa de calificativos para sacar de allí los habituales epítetos que reflexionan sin sentido. Y que pronto cambiarán, como panqueques, ante la llegada del primer triunfo.

¿Es que la Selección jugó bien? No, jugó mal. Y Ecuador jugó mejor. Pero de allí a la confortable tarea de la destrucción desalmada, hay pasos previos que no se dan. Por ejemplo: el análisis y, si supieran, la propuesta.

Por eso el mejor comentario de todo lo ocurrido en la primera jornada de las eliminatorias es el de Fernando Pacini en La Nación, bajo el título de “La eliminatoria más compleja”, donde al fin alguien dice lo elemental: “Se terminaron los tiempos en los que las suposiciones se confirmaban en la cancha. Hasta hace algunos años, la Argentina le ganaba a Ecuador en la víspera. Ya no. Nunca antes en las eliminatorias de América del Sur hubo tantos aspirantes en serio a ganar una plaza mundialista”.

Pacini además, con una mirada que contiene visión internacional, coloca el dato de actualidad: “Pero ojo que el mundo del fútbol ya no es el que fue: en un mismo día perdieron, la Argentina, Brasil y Alemania, y esto nunca había pasado”.

El periodismo precipitado e irreflexivo, al borde del periodismo tarambana, no es obra y gracias del redactor o comentarista futbolero. Pero allí, en esta clase de nuestro gremio, abunda. Vaya ejemplo el de la violencia en el fútbol o el regreso de los hinchas visitantes que generó en estos días tanto perorar sin decir nada. Queda claro que no abundan los periodistas (deportivos o de los otros) que algo aportan cuando se habla de violencia y, en cambio, están sólo quienes se dedican a descomponerse con una serie de “qué barbaridad, qué barbaridad” y a echarle la culpa de todo a la política y al gobierno. Esta semana en radio Mitre, como en otras radios, se paseaba Manuel Lugones, expuesto como “especialista” en violencia del fútbol y autor del libro “Barrabravas para todos”, un poco más para decir que si se iba Cristina se terminaba la violencia en el fútbol. Lugones, no decía, que era candidato de Stolbizer. Diego Leuco, pobre, a quien esta semana castigaron toda la semana los oyentes y entrevistados, no sabía qué aportar frente a semejantes disparates.

¿Qué propuesta tenemos los periodistas deportivos y los periodistas en general para frenar la violencia? ¿Qué pretenden? ¿La pena de muerte? ¿Llegar al record de pronunciar un millón de veces la palabra “desastre”? El día en que la inteligencia, el pensamiento, la filosofía y - por sobre todas las cosas - la discusión política se exteriorice a fondo entre nosotros, habremos dado el primer gran salto. Entender que en el fútbol se gana y se pierde cuando no somos los mejores. Comprender que la educación, mejores dirigentes deportivos, la transformación de la policía, y el entierro de la intolerancia y el resultadismo serán las garantías para el fin de la violencia.

Periodistas: a estudiar, a pensar, a debatir…y a militar.