mastromarino panamericanos toronto 2015

Por Pablo Llonto. ¿Cuántos Juegos Panamericanos más tendrán que pasar para que el periodismo deportivo argentino se ocupe como corresponde de los deportistas más importantes del pais? Quizás veinte o treinta años más si seguimos a este ritmo en el que más importa si los hinchas de Tigres de Monterrey agotaron las entradas para la final de la Copa, que la suerte y las historias de vida de los olvidados de Toronto 2015.

Mientras los cronistas se agolpan en los aeropuertos para recibir a un Lavezzi o a un Messi que ya nada original tienen para aportarnos, ni un movilero aguardó a la basquetbolista argentina sin medalla.

Sólo el celular atento de un vecino conmovido le apuntó a la deportista con valija que regresaba a casa. De pronto nos escandalizamos porque una joven del basquetbol usa la tarjeta Sube y no porque la mayoría de los medios ignoró su cotidiana actividad deportiva.

O aquello que han hecho con el maratonista Mastromarino. Para quien no alcanza ni la medalla de bronce como justificativo de una tapa dominical. Para algunos editores resultó más atractivo dejarle un recuadro a una tal China Suarez.

Hace rato que estamos en el Reino del revés en materia de importancias deportivas. Hasta los 70, los deportistas amateurs o semiamateurs merecían un respeto universal. Hoy, las horas de noticieros o las fotos de tapa siempre se reservan para estrellas superprofesionales del fútbol y hasta los juicios de divorcio de los ex futbolistas arrastran más fotos y centímetros que los genios del ciclismo o el atletismo.

Nuestro estancamiento mental nos persigue y el bobo seguimiento al fútbol echa a rodar por los escalones a todo deportista que no pertenece al círculo privilegiado de la AFA.

Los medios públicos tampoco escaparon a esta mediocridad de la prensa privada y los espacios reducidos. Desde ya la cobertura de TyC sports no debe ser tomada como medida. Más bien lo de Gonzalo Bonadeo es la excepción que confirma la regla.

A un año de los Juegos Olímpicos de Río esta nueva botella al mar ya no tiene destino en las manos de la vieja y opaca vieja guardia periodística. Aspiramos a un mensaje que les llegue a los periodistas deportivos del 2020 o 2025.

En una de esas, para entonces, la revolución cultural de la prensa del deporte habrá llegado. Y la basquetbolista y el maratonista serán tapa en todos lados. Para que tengamos más atletas y menos pavos reales.