sepelio Julio Grondona

Por Pablo Llonto. No tenía muchos periodistas amigos el ahora finado Julio Grondona. Tampoco fueron muchos los periodistas que se acercaron a su velorio. Marcelo Araujo. Después, Tití Fernández, Marcelo Benedetto, Darío Villarruel, Eduardo Feinmann, Horacio Pagani, Mariano Closs, Aldo Proietto.

 

Las necrológicas, bastante circunspectas. Como enseñan los viejos manuales de periodismo, el discutido respeto a los muertos.

Muy interesante lo escrito por Simón Klemperer, seudónimo de Sebastián Kohan en la página web del mensuario Marcha:

Hoy es primero de Agosto. Se terminó Julio. Nunca fue tan lindo que terminara Julio. Esta vez terminó dos veces, en un solo día. Como el libro de Martín Kohan, “Dos veces junio”, pero dos veces julio. Murió Julio Grondona, el capo, y no queda más que alegrarse. Dicen que la muerte no se festeja y no entiendo por qué. Dicen que el sufrimiento ajeno no se festeja y no entiendo por qué. La muerte de Grondona es la liberación de este mundo de un sujeto despreciable que alimentó como pocos la estructura mafiosa que es hoy el fútbol argentino. Así que sí, yo brindo. Brindo casi por instinto y por reflejo, levanto mi copa y hago salud”.

Más interesante aún las reflexiones de Danilo Setten, en la agencia de noticias y opiniones Paco Urondo, respondiendo a otros columnistas de la propia agencia:

“A los colegas de la Agencia Paco Urondo (a quienes quiero y respeto) parece aún durarles la fiebre mundialista, de otra manera no se explica el sentido homenaje y reconocimiento a uno de los dirigentes más despreciables que ha dado este suelo, a quién si un adjetivo no le cabe es el de "democratizador" del fútbol argentino.

El colega Quique de la Calle, sostiene como uno de los máximos logros del ex ferretero de Sarandí, devenido en multimillonario de una oscura corporación como lo es la FIFA (investigada hasta por tráfico de armas entre tantas otras cosas), es el de haber conseguido una “democratización de los campeones: 12 en los últimos 30 años", a diferencia del resto de las grandes ligas del mundo, donde las competencias se polariza”.

Este columnista se ve reflejado más sencillamente por todo lo que hemos escrito durante años y años, y en especial en la última década en la revista Un Caño y en Hipercrítico.com

Grondona se ha llevado algunas respuestas a la tumba. Y en sus cajones del escritorio y oficina en la calle Viamonte, más de una mano encubridora habrá separado aquellas carpetas confindenciales. Qué lástima. Cuánto secreto se hubiese revelado…

¿Cuánto costó el Mundial 78 y por qué como tesorero de AFA no pidió un balance del EAM 78 durante o después de la dictadura?

¿Qué recibió a cambio de su decisión de designar al genocida Carlos Alberto Lacoste de la marina como representante del fútbol argentino en la FIFA en los 80?

¿Por qué José Aranda le llevaba una valija con dinero según comentó la ex mano derecha de Grondona –Eduardo de Luca – según la cámara oculta que le hizo Cúneo Libarona y que emitió A24?

¿Cuánto dinero les hizo gastar a los clubes con la compra de cámaras de video para frenar la violencia en el fútbol y quién hizo ese gran negocio?

¿Qué beneficios obtuvo con la cena de homenaje a Carlos Menem seis meses antes de la reelección presidencial de 1995?

Los millones de hinchas y socios de los clubes de fútbol, que no asistieron ni al velatorio ni al entierro de El Jefe, se preguntan estas cosas, u otras, u otras.

Grondona se ha ido. Con el serio y prolijo luto de los medios, en el medio de las luces de los móviles y canales que él tanto buscó.

Y el desinterés del pueblo futbolero.