Luis Segura y Riquelme

Por Pablo Llonto. Una larga lista de dirigentes espeluznantes caracteriza al fútbol argentino. A la cabeza, por varios cuerpos, el vicepresidente de la FIFA y ahora revendedor de entradas Julio Grondona.

 

Hacia ellos el periodismo deportivo tiene una mezcla de respeto, miedo, connivencia, alcahuetería y hasta cierta vergüenza. Cada tanto, y de acuerdo al medio en que nos encontremos, los adulamos o les ponemos una lápida.

Ejemplo singular el del Grupo Clarín, que trató a los Grondona, Grondonitas y Grondonianos cual ángeles celestes mientras el grupo hacía negocios con la AFA, la TV y la organización de eventos y partidos. Consumado el divorcio, los clarinistas, encabezados por el director de Olé Ricardo Roa iniciaron su guerra aparte contra el “traidor”. Grondona hoy recibe, al menos, el diez por ciento de los palos que debería recibir de la prensa dominada por Magnetto. Ante no recibía ni uno.

Pero hay otro Grondona. De similares características y que en estos días viene mostrando su real faceta. El presidente de Argentinos Juniors, Luis Segura. También integrante del Comité Ejecutivo de AFA y miembro de la delegación dirigencial que se instaló en Brasil durante la Copa.

Luis Segura, a quien gran parte del periodismo deportivo trata como si fuese el Papa Francisco, fue denunciado en octubre del 2006 por el periodista Gustavo Veiga por el uso de patovicas y matones en el club para impedir el trabajo de colegas en las instalaciones del club. La relación de Segura con los barrabravas pudo confirmarse el pasado domingo cuando la presentación de las nuevas “estrellas” de Argentinos Juniors brindaban una conferencia de prensa. Las agresiones a Marcelo Casares, colega de ESPN Radio Rivadavia, partieron de miembros de la barra del club que conviven con los directivos e ingresan a la sede bajo el sencillo disfraz de los “socios caracterizados”. Así es como estamos. Luego Segura, como Grondona, o como tantos otros dirigentes se quejarán de las barras diciendo que es responsabilidad del Estado y de la Policía no dejarlos ingresar a las tribunas los sábados o los domingos mientras ellos juran no conocerlos.

Esta absurda excusa se cae – como el domingo – cuando se ve a los violentos transitar alegremente las instalaciones de cada club, haya o no haya partido.

Cuando ocurrió el bochorno de las entradas de la AFA en la Copa del Mundo Brasil 2014, revendidas en un hall del hotel, o en misteriosos lugares de citas en Brasil, otra vez salió a escena el siempre listo Luis Segura.

“Cometimos un gran error al vender entradas” dijo Segura la semana pasada luego del desfile de videos que mostraban a los hombres de la AFA negociar localidades. “No tengo idea de dónde salieron las entradas que terminaron en manos de los barrabravas”, explicó el vicepresidente de AFA.

Todo este verso que ya pocos soportan, puede resultar pequeño con el enorme verso que seguramente Segura nos asegurará, el día en que sepamos cuál es el origen de los fondos que permiten las abundantes contrataciones de Argentinos Juniors para este campeonato, Riquelme incluido.