contrareloj

Por Javier Porta Fouz. Esta película de Simon West es uno de esos thrillers irrelevantes, rápidos, armados con múltiples sedimentos de otras películas. Y que confirma a Heat de Michael Mann (aquí Fuego contra fuego, 1995) como una de las películas más influyentes de los últimos treinta años.

1. Empieza Contrarreloj y asistimos a una mezcla de momentos de Heat. Todo un cóctel de una de las películas fundamentales de un autor fundamental como Michael Mann. Claro, en Contrarreloj todo es más berreta. Berreta técnicamente, inexorablemente. ¿Qué otra cosa se puede hacer con el nacimiento forzado del pelo de Nicolas Cage? ¿Y con su rostro enlozado? Bueno, en el punto tres hay un ejemplo de película genial con este Cage siglo XXI, pero volvamos a Heat, que en Contrarreloj está por todo lados: se mezclan el asalto al blindado, el robo al banco, el intento de desvalijamiento del depósito de metales, la vigilancia de las fuerzas de seguridad, la admiración del perseguidor (Danny Huston) por el ladrón, hasta la manera de mirar las fotos. Hay mucho más para apuntar en la comparación, diálogos parecidos, planos de “lo experto que son estos tipos”, hasta el ladrón violento que quiere matar al testigo. Pero donde Mann ponía determinaciones de profesionalismo frío y zonas grises, West pone todo en versión binaria. No tiene tiempo para complejidades, tiene que contar mucho en poco tiempo.

2. Recordemos que entre las muchas películas con influencia de Heat están El aura de Fabián Bielinsky y Batman: el caballero de la noche de Christopher Nolan.

3. Simon West no cuenta, como Mann en Heat, con Pacino y De Niro. Cuenta con los mencionados Cage y Danny Huston (el hijo de John). Cage tiene gracia trash, y con eso y su intensidad vampira y operística se pueden hacer grandes películas, obras maestras incluso, como lo demostró Werner Herzog en Un maldito policía en Nueva Orleáns. Contrarreloj también transcurre en Nueva Orleáns. Y la de Herzog era algo así como una remake libre y liberadora de la película de Abel Ferrara con Harvey Keitel. Y ya que estamos, Heat fue una remake: de L.A. Takedown, telefilm –en realidad un piloto para una serie que no prosperó– dirigido por el propio Mann.

4. Simon West no es Werner Herzog ni Michael Mann. Es West, el director de la festiva Los indestructibles 2 (secuela), de El mecánico con Jason Statham (remake de una de los setenta con Charles Bronson), La hija del general (bodrio con Travolta) y Con Air (de la que se recuerda un peluche y las sandalias de John Cusack). West hizo más películas, y ahora prepara justamente una con el título Heat, aunque no es una remake de la de Mann.

5. En Contrarreloj hay también un peluche. Y un actor en una actuación desastrosa: Josh Lucas. Su  villano es una creación fea y ridícula, que tal vez pueda explicarse porque al rubio se le ocurrió competirle a Cage en gestos sacados, o porque no le quedó otra que exagerar al límite para acompañar la decisión del director (o del guionista o de vaya uno a saber) de convertirlo en uno de esos malos que buenoyamoritedeunavez que abundaban a principios de los noventa.

6. Sobre el final de Contrarreloj hay un chiste “de paisaje” que mejor no revelar, pero que evidencia con mucha claridad la liviandad con la que se toma Simon West su cine de acción y suspenso hecho de fragmentos pegoteados y torcidos pero al menos unidos con rapidez.

7. El título de estreno en Argentina, que hace referencia a un plazo que casi ni se trabaja en el relato, es casi un homenaje a la simpática berretada general, a la idea de vender una película con un poster en el que se lo ve a Cage correr hacia nosotros con un auto dado vuelta y fuego detrás. Otro día hablamos más de Cage, otras remakes, los coches y los setenta. Pero esta nota no debe extenderse más.