CINE Y MUGRE/ 
Cine limpio, veredas sucias

BASURA EN LA CIUDAD/Por: Javier Porta Fouz. No sé ustedes, pero yo veo, huelo, piso, esquivo, sufro cada vez más la cada vez mayor cantidad de basura desparramada por las calles y veredas de Buenos Aires. Tal vez por eso me llama la atención cuando en algunas películas argentinas la ciudad por la que transitan los personajes exhibe la falsedad de una limpieza refulgente.

Ayer vi una situación inquietante: al lado del cordón, unas diez palomas picoteaban una bandeja de esas de telgopor amarillo con mucha carne picada. Comían algo que tenía un color grisáceo verdoso. Un asco. Mientras seguía caminando y esquivaba las mil y una cagadas de perros (¿saben que hay muchas ciudades, pero muchas, en las que no hay que hacer esto?) me imaginaba una película de ciencia ficción sobre palomas mutantes porteñas que regenteaban una casa de hamburguesas hechas de carne humana.

Ahora que la temperatura empieza a subir, ¿notaron la cada vez mayor concentración de esas nubes de esas moscas chiquitas en medio de la vereda? Antes había algún mosquerío cada tanto, ahora hay dos o tres por cuadra, como si nos dijeran “sigan haciendo mugre, que nosotras nos reproducimos mejor”. Todo muy Cronenberg (tropical). Colillas de cigarrillos, paquetes vacíos de cigarrillos, cartoncitos de los del subte, latas aplastadas de bebidas energizantes, botellas de cerveza sanas y muchas rotas, pañales usados, cascotes diversos y casi cualquier cosa fea, sucia y pestilente que uno pueda imaginar. Los restos de bolsas rotas son cada vez más comunes, y –lo he visto– mucha gente saca la basura a cualquier hora y la deposita en veredas con paredones, esquinas no habitadas, etc., y así se acumula la basura irremediablemente, y los días de sol y calor la basura en la calle desde el mediodía genera olores horribles. Y ni que hablar de los que sacan la basura el día que no hay que sacarla: los sábados. Hay barrios que los domingos a la mañana están alfombrados de basura.

Nueva York no es la ciudad más limpia de Estados Unidos, pero comparada con Buenos Aires es una superficie reluciente y aséptica, casi un quirófano recién preparado para una operación. En algunas comedias románticas que transcurren en Nueva York se ve una limpieza que no es la que uno puede experimentar en las calles. Ok, hay algo de “mentira cinematográfica”, pero el grado de desvío frente a la realidad es, por poner un número, de 10. En algunas películas argentinas que transcurren en Buenos Aires ese desvío es directamente millonario. En una ciudad que cada vez huele peor, en la que uno patea cada vez más basura, esquiva vómitos y cagadas como si fuera normal y ve la acumulación de la mugre en cada rincón, hay películas que nos muestran una Buenos Aires de fantasía en la que nos gusta imaginar que podemos vivir en un futuro utópico. Esas películas que muestran a Buenos Aires limpia suelen no gustarme porque esa extrema falsedad suele transmitirse a otros aspectos del relato (por ejemplo, Dos más dos o Días de vinilo), pero me gustaría mucho que, en unos años, el presupuesto de limpieza y acondicionamiento de veredas y calles de esas producciones cinematográficas se reduzca a cero.

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