COSAS QUE EN COLOMBIA NO SON COMO EN EL CINE, NI COMO EN ARGENTINA
Celulares

Celulares en ColombiaPor: Javier Porta Fouz. Tenía planeado escribir sobre Los amantes (Two Lovers), de James Gray, que estaba anunciada para este jueves. Pero el estreno se atrasó para el 19 de noviembre. Así que ese cambio me da la excusa perfecta (bah, una excusa) para hablar de una interesante práctica colombiana en relación a los celulares.

En términos generales, la típica imagen cinematográfica y/o publicitaria de alguien que camina por la calle (o por un campo lleno de flores, o por la playa) hablando por celular es, en Colombia, posible para quien recibe la llamada y no para el que llama. ¿Por qué? Porque pocos, muy pocos, llaman desde su celular. En las ciudades colombianas –yo lo vi profusamente en Cali– se venden minutos a celular en las esquinas, a mitad de cuadra, en las plazas. La inmensa mayoría de la enorme cantidad de puestos callejeros no sólo venden cigarrillos sueltos, maní, caramelos y varios etcéteras, sino que además venden minutos a celular, desde celulares –aparatos sin lujos pero resistentes– que tiene el puestero. El precio del minuto oscila entre 150 y 250 pesos colombianos (entre $ 0,30 y $ 0,50 argentinos), lo que es más barato que llamar desde un hotel o desde un locutorio. Y es más barato que el minuto con tarjetas prepagas, o que el minuto con un plan mensual individual. Así las cosas, casi nadie tiene minutos en su celular para poder realizar llamadas porque o bien le cargan la tarjeta mínima en el último plazo posible –como para que no se les desactive– o bien tienen los planes más pelados existentes. Y cuando digo casi nadie incluyo a choferes, funcionarios culturales varios, productores y un largo etcétera de gente que usa su celular para trabajar. Entonces, cada vez que alguien necesita llamar a alguien, le compra minutos a los puesteros, y llama desde estos “celulares públicos” que son usados, tocados y hablados con cercanía por decenas o cientos de personas al día (la gripe A y muchas otras enfermedades, muy contentas).

Los puesteros tienen en general dos o más celulares, y de cada uno de ellos se llama exclusivamente a los números de una de las compañías. Así, abaratan costos: los puesteros compran planes corporativos de muchos minutos, minutos que sólo serán activados para comunicaciones entre números de la misma compañía. Esto provoca que cada vez que alguien en Colombia te pasa su número de celular te dé no solamente el número sino además el nombre de la compañía a la que pertenece, como si fuera un código extra para llamar. Algún lector dirá que tener que ir a llamar desde un puestito callejero destruye el propósito mismo de tener un celular, pero les puedo decir que a pesar de eso en Cali los vendedores de minutos proliferan, y el nivel de organización es tal que tanto los carteles como los chalecos que usan para ser vistos con facilidad tienen un color verde unificado, como podrán ver en las fotos. Igualmente, la mejor muestra de esta práctica sería una imagen cinematográfica: me gustaría ver en una película colombiana a alguien que busca el número de otra persona en su propio celular –reluciente, llamativo y multifunción– para llamarla desde otro, rústico y baqueteado pero barato, útil y hasta generador de empleo.

Vendedores de minutos a celular desde celulares

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