LA CRÍTICA NO CONSISTE SOLAMENTE EN RECOMENDAR
Momentos de mal cine (primera entrega)

Papá por un díaLa era del Hielo 3Desafío con Daniel CraigPor: Javier Porta Fouz. Esta es la columna número 34 que escribo para Hipercrítico. Si hago un somero balance, veo que me he dedicado a recomendar muchas películas, y que he escrito unas cuantas notas sobre temas como comportamientos en el cine, descuentos o terminologías publicitarias. Pero he escrito poquísimo sobre malas películas. Y las malas películas son imprescindibles.

El crítico debe ver mucho cine, no solamente el que viene muy recomendado y que ya huele que es bueno, o al menos importante. El crítico chileno Héctor Soto recomienda ver malas películas porque entrenan el paladar para apreciar las virtudes de las buenas. También Horacio Quiroga y Pauline Kael decían que para aprender a ver cine había que consumir mucho malo. Definitivamente, uno debe conocer el mal cine para no ser engañado por él. Esta semana, entonces, les ofrezco tres momentos de mal cine.

1. La era de hielo 3. No se debe ser complaciente con este tipo de películas porque “son para chicos”, el mal cine acecha en todos lados, y es un error ser benévolo ante porquerías como esta. La película intenta trabajar algunas líneas más bien convencionales como el rescate de uno de los animales de la pandilla, la paternidad de uno de ellos, la amistad entre el grupo. Nada de esto se profundiza, y no porque se trate de una película animada (ahí está casi todo Pixar, que demuestra que se puede ser profundo a la vez que divertido y colorido) sino porque la narración de La era de hielo 3 es de una precariedad escandalosa: tal vez pueda soportarse la idea de una estructura basada en una sucesión de sketchs cómicos, pero cuando todas las líneas del relato son entrecortadas, como inyectadas de mínimas acciones que se suman pero jamás se integran, estamos hablando de otra cosa. De desgano, de falta de habilidad (de talento, ni hablar), de una película hecha como acompañamiento extremadamente débil de una campaña de marketing. Si quieren ver cómo es una película carente de la menor fluidez y de la menor cohesión, La era de hielo 3 es un gran ejemplo. El resultado: los personajes no crecen, no creemos en ellos, no nos importan, parecen idiotas, y la película parece durar diez horas aunque dure poco más de noventa minutos.

2. Papá por un día, la película argentina con Nicolás Cabré y Luisana Lopilato. Es cierto que el mal cine argentino ha dado películas mucho peores (sin ir más lejos y quedándonos en padres e hijos: Un hijo genial, Papá es un ídolo, Papá se volvió loco). También es cierto que Papá por un día no oculta su desembozada aspiración puramente comercial, pero se puede hacer mucho dinero con películas mucho mejores (El secreto de sus ojos es un éxito impresionante, y vaticino que superará los dos millones de espectadores). En Papá por un día somos sometidos a Nicolás Cabré. Y Nicolás Cabré es sometido a sesiones de comedia física construidas con una alarmante falta de timing, a canciones horribles en inglés, a una ridículamente cheta novia morocha con la que se saluda con un abrazo (¡!), a un padre que se muere en un hospital, y que sigue hablando incluso luego del piiiiiiiiiiiiii del monitor cardíaco. Para compensarlo, le ponen a Luisana Lopilato. Y a ella la ponen a correr, a saltar, a andar a caballo, todo para que se le muevan sus atractivas habilidades físicas. Faltó que la pusieran a rebotar en una cama elástica. Todo esto contado con planos publicitarios. Esta caracterización “planos publicitarios” se usa mucho en la crítica. Si quieren encontrar un ejemplo, el final playero y pajarero de esta película cumple con creces.

3. Desafío. Judíos bielorrusos se esconden en un bosque y salen a matar nazis. Mientras el campamento se llena de gente físicamente deteriorada, mal nutrida y enferma, los protagonistas Daniel Craig y Liev Schreiber siguen tensos, bien alimentados y grandotes. Ok, puedo soportar esa convención. También puedo soportar (aunque un poco menos) que hablen en inglés con un acento disparatado y que cada tanto hablen en otro idioma (¡!). Pero lo que no puedo soportar son ciertos tics de “ambientación rural europea durante la Segunda Guerra Mundial”. A los dos minutos, una bandada de gansos cruza caminando la pantalla. A los veinte, otra bandada de gansos –o la misma, no sé cuántos gansos extras contrataron– cruza caminando la pantalla. A los cuarenta minutos, la tercera bandada de gansos cruza caminando la pantalla. Y este crítico, tal vez un ganso, se levantó y se fue.

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