TRAILERS Y AFICHES: ¿LO PROMETIDO ES DEUDA? |
Meter el perro |
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En 2003, se estrenó en Argentina una recomendable película llamada La secretaria: el afiche consistía en un culo femenino apretado en una minifalda + piernas con medias de red. La película no solo no era “cómica y chancha” –las características usadas en 1984 para vender Porky’s, el estreno extranjero más visto en Argentina en ese año con más de dos millones de espectadores–, sino que además la imagen del afiche no aparecía en secuencia alguna.
El jueves de la semana pasada se estrenó Marley y yo. Ah, dirá alguno, “la del perro”, “la del labrador que rompe todo”. Entre películas de perros que parecen amontonarse en este comienzo de año (Bolt, un perro fuera de serie; El año del perro, y habrá más), Marley y yo parecía otra de esas de “perro que se porta mal pero al final salva a la familia frente a unos ladrones y sobre los créditos finales le hacen una torta de cumpleaños”. Algo así parecía prometer el trailer, con caídas y golpes y gente embarrada. Bueno, no, hay muy poco de eso. Si uno va a ver la película sin mayor información que el trailer o el afiche, notará que el relato se va enrareciendo con el correr de los minutos, va hacia otros caminos: la película pivotea sobre el perro pero en realidad se trata de un relato de maduración, de una forma de hacerse adulto, de los cambios, de las responsabilidades, de ciertas aceptaciones. La película es mucho menos explosiva que asordinada. Es ciertamente, una película mejor que lo que prometían el trailer y el afiche (o por lo menos distinta). No deja de ser una suerte la aparición de una sorpresa fílmica, la llegada sin aviso de una película de narrativa clásica que hace acordar a ¡Qué bello es vivir! Sin embargo, es probable que quienes hayan ido a ver la película esperando encontrar lo prometido o sugerido por la campaña publicitaria se sientan estafados. Ya es hora de que la publicidad cinematográfica sea un poco más adulta, más clara, más leal, más responsable.
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