 Por: Gustavo Noriega. A diferencia de aquella semana que me negaba a hablar de Shrek 3, hoy sí quiero hablar de una película muy taquillera. Se trata de Incorregibles, protagonizada por Dady Brieva y Guillermo Francella, la cual no vi. No sería la primera vez que se escribe una nota sobre una película que el crítico no ha presenciado. El más famoso de los artículos del Serge Daney (“El travelling de Kapo”) reflexiona sobre los usos morales de las imágenes y sobre el recorrido de su vida, pronta a terminar debido al sida, tomando como punto de partida una película de Gillo Pontecorvo, Kapó, que confiesa no haber visto. Por otra parte, la furia que me provocó una crítica aparecida en el diario La Nación en 1989, sobre Cuando cae la oscuridad, de Kathryn Bigelow, en la cual se notaba que el autor no había visto la película por los errores que comete al describir el argumento, fue uno de las razones por las que me convertí en crítico cinematográfico.
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Por: Gustavo Noriega. Me voy a meter en un tema que no es el mío en Hipercritico.com, el de la televisión. Perdón, Bazán, si te piso los pies, mi intención no es molestarte (poco). El hecho que quiero analizar es el de la participación del espectador en lo que consume, en su grado de actividad o pasividad. Esto viene a cuento de que a pocos días del comienzo de Gran Hermano 5, con una colega que no voy a nombrar (Fernanda Iglesias) tuvimos la misma reacción: “¡Uh, aprenderse esos 18 nombres otra vez!”. En pocas palabras, la idea de estar al día con GH5 para cumplir con nuestros compromisos laborales nos daba fiaca. Luego comenzó el programa y lo mismo pareció sucederle a la mayoría del público.
Por: Gustavo Noriega. Una discusión con los lectores de Hipercrítico.com despertó mis recuerdos de infancia. En mi nota sobre la muerte al unísono de Bergman y Antonioni me referí al cine que se consumía en Buenos Aires durante la década del 60. Se sugirió que yo era un salvaje unitario que sólo podía pensar en términos de la gran ciudad y que ignoraba que en el resto del país hubo salas de cine, incluyendo en épocas tan remotas como la mencionada década. Pero mi porteñismo recalcitrante por una vez había actuado de buena fe: había escrito originalmente sobre el cine que se veía “en nuestro país”, cuando me di cuenta de que en realidad no sabía si efectivamente en aquellos años, las películas de Bergman y Antonioni, se consumían sólo en los cines de la calle Corrientes o si eran un fenómeno nacional. Por lo tanto, fui a lo seguro y escribí afirmando aquello que efectivamente sabía, antes que aventurarme en una afirmación más cómoda pero más incierta también.
Por: Gustavo Noriega. Ayer, lunes 30, en Espíritu crítico, hablando sobre la muerte de Ingmar Bergman, comenté que junto con Federico Fellini y Michelangelo Antonioni habían definido el cine moderno que Buenos Aires había consumido orgullosamente durante la década del 60. Y que, muerto hace más de una década Fellini, y viejo y postrado en una silla de ruedas Antonioni, tenía la sensación de que toda una época estaba terminando. 
Por: Gustavo Noriega. “Un paro de los operadores de cine dejaría sin estrenos a Capital y Gran Buenos Aires”. Así decía un cable de Telam que reprodujo C
Por: Gustavo Noriega. Para seguir con mi serie de notas acerca de películas que no vi, hoy quiero referirme a Sicko, la última de Michael Moore. En este caso aun no hay copia en Argentina, al menos legal, y por una vez he decidido atenerme a las regulaciones y esperar su estreno comercial (si éste no se produce porque las salas están ocupadas con Harry Potter y Shrek 3, quebraré alegremente la ley una vez más).
Por: Gustavo Noriega. Aclaración importante: quien esto escribe es corresponsable de un programa de televisión dedicado al cine, El Amante, emitido por Canal (á). Godard decía que las películas se criticaban con otras películas. Y uno puede ver en nuestro programa formas que pueden verse como una crítica a El cine por asalto. Sería bueno que fuera el propio Feinmann el que nos criticara a su vez y enriqueciera así nuestra tarea. 
Por: Gustavo Noriega. Salió una nueva lista de “Las mejores películas de la historia”, en este caso restringida al cine norteamericano. La hizo el American Film Institute (AFI), una institución dedicada a la preservación y glorificación del cine de los EE.UU. La AFI se caracteriza por salir una vez al año en los diarios porque organiza alguna de estas elecciones: los mejores actores y actrices, las mejores frases, las mejores películas de intriga, las mejores películas que sirven de inspiración (sí, hicieron eso y ganó Qué bello es vivir) y, cada diez años, las mejores películas de la historia, siempre considerando solamente al cine de su país. 
Por: Gustavo Noriega. El jueves se estrenaron ocho películas. En términos de interés comercial, Shrek 3 y siete películas más. En Espíritu Crítico, por razones de tiempo, decidí hablar solamente de Fotografías, el documental familiar de Andrés DiTella. Majul me sugirió al aire que hable de Shrek y, también al aire, yo me negué. Se armó un lindo paso de comedia entre sus argumentos, los míos y el de los oyentes, a quienes se les abrió línea directa para que opinen. Algunos me apoyaban a mí, otros a Luis y no faltaba el que quería que le regalen un calefactor o entradas para algo. Entre chistes y reflexiones serias le dedicamos una porción de tiempo relativamente extensa a la cuestión 
Por: Gustavo Noriega. Si cualquier persona honesta se siente un impostor dos o tres veces por día, a mí la cosa se me agrava el Día del Periodista. Recibo regalos y felicitaciones con agradecimiento y una sensación de incomodidad (que no me impidió deglutirme la excelente torta que me mandó el INCAA). En fin, que vivo en un mundo de periodistas sin serlo y que el día en que se los alaba (a diferencia de los 364 restantes del año, en que se los ataca) recibo algunos de sus beneficios. Mis ocupaciones laborales se resumen así: llevo adelante una revista de crítica de cine; opino sobre cine y televisión en Espíritu crítico, el programa matinal de radio de Luis Majul; escribo sobre los medios y el cine en hipercritico.com y opino sobre la televisión en Duro de domar. Lo que hago es, básicamente, opinar, algo que está peor visto que… el periodismo. 
