Por Sebastián Di Domenica - @sebadidomenica Hace algunas semanas disfruté en la televisión una película de tipo fantástico, protagonizada por Dustin Hoffman, que interpretaba a un juguetero mago de nombre Magorium. En la historia, Hoffman es el dueño de una juguetería inmensa y mágica en Nueva York; que en la vejez decide retirarse y dejar a cargo de todo a su única empleada, interpretada por Natalie Portman. Para que ella logre mantener el hechizo del lugar, Magorium le deja solo un cubo de madera. Ella no alcanza a entender el gesto, y cuando Magorium se va, la juguetería pierde de golpe todo el encanto y el color que poseía. La situación cambia cuando la bella juguetera al final descubre que el cubo efectivamente era mágico, y que ella solo debía animarse a usarlo con todo su potencial. Aunque suene raro, el ilusorio argumento de aquella película me llevó a pensar en el periodismo de hoy.
En las últimas décadas todo ha cambiado bastante en los medios de comunicación a partir de los avances y la tecnología. Y los que vivieron o leyeron sobre los años dorados del viejo periodismo, añoran aquellos tiempos de pocos medios de comunicación super masivos, y con planes de negocios claros y contundentes. Aquella época ya no está. Pero ha llegado una nueva, que posee aún mucha más mística que la anterior. El problema es que, y como pasaba con la juguetera de Magorium, muchos periodistas aún no han logrado comprender que las herramientas existentes están llenas de magia y que están al alcance de todos.
Muchas cosas que en el periodismo de hace una década parecían impensables, hoy son parte de la realidad cotidiana. ¿Quién hubiese pensado tiempo atrás que la audiencia tomaría un rol tan importante en la promoción y la distribución de los medios? ¿Quién hubiese imaginado que los medios de comunicación podrían escuchar y conversar con el público a través de espacios de intercambio como las redes sociales? ¿Qué periodista habría sospechado que se haría tan simple hacer contenidos de video o generar entrevistas a distancia? ¿O quién habría advertido que iba a ser posible hacer mapas de manera tan simple y veloz? Hoy hay muchas más posibilidades para buscar información, presentarla y mejorarla que antes. Y son los periodistas profesionales aquellos que pueden aprovechar al máximo todos esos avances para hacer lo que mejor saben hacer: indagar sobre el mundo que los rodea y contarlo.
El cubo mágico de la juguetera está sobre la mesa de trabajo de los periodistas, pero parece que aún nadie se siente capaz de usarlo en todo su potencial. Y eso se ve en gran medida en los principales exponentes del periodismo on line; la mayoría de los medios en la red se matan por sumar más visitas y quedar en las primeras posiciones de Google. Pero hacen muy poco por ser diferentes, atractivos, seductores y darle la mayor utilidad a todas esas herramientas tecnológicas disponibles. El periodismo on line aún se parece mucho al predigital y en muchos casos repite las mismas noticias, a partir de casi los mismos textos, una y otra vez. Porque cantidad no es calidad.
Aquellos que solo se ocupan de recortar y pegar, para acercarse al primer lugar de las búsquedas temáticas en Google, finalmente serán reemplazados por robots. No por robots como el de la película Robocop o el “Jaime” del Super Agente 86, sino por simples programas informáticos, que a partir de fórmulas matemáticas, harán ese trabajo sin cobrar un peso y sin delegado gremial. Muchos artículos ya informan sobre esa realidad (aquí uno de ellos); incluso ya se implementó un periodista deportivo robotizado, que con solo tener acceso a datos, estadísticas y resultados de partidos, puede elaborar un artículo completo para la sección deportes.
Lejos de los periodistas inmóviles en frente de la computadora, hay que estar cada vez más en la calle para mirar y hacer las preguntas importantes. Porque todo lo que pueda hacer una máquina, lo tiene que hacer y lo va a hacer una máquina. Pero hay que recordarlo; la magia de la tecnología necesita de la inteligencia y el toque del periodista: para diseñar, diagramar, pensar, elegir el mejor formato, y por supuesto, para hacer buen periodismo. Ninguna computadora puede estar en un lugar para comprender los conflictos humanos. Ninguna computadora puede estar en frente de una persona para hacerle la pregunta justa ante conflictos, sueños, o temores. Hay que poner a dar vueltas el cubo mágico para ponerlo a nuestro servicio. Hay que hacer uso de toda la magia disponible cuanto antes. Para que el periodismo sea cada vez mejor y más interesante en todos los formatos. Y para que en la era de la información abundante y gratuita, los periodistas sean cada vez más útiles y necesarios.