DEL FACEBOOK A LAS PLAZAS |
Sobre los jóvenes indignados |
Por: Sebastián Di Domenica. El mundo observa a los jóvenes indignados de España. Acampan en plazas de varias ciudades de aquel país y exigen por sus derechos. Quieren medidas urgentes en contra del desempleo y a favor del acceso a la vivienda. Son un verdadero fenómeno de participación activa y de ciudadanía comprometida. Llevan adelante una protesta pacífica multitudinaria que surgió de manera espontánea en las redes sociales en Internet. Se movilizan porque observan que el futuro es poco promisorio y porque entienden que los políticos en el poder no ofrecen respuestas. Con frases como “la calle es tuya, tonto” o “tu indiferencia los hace poderosos” animan a una democracia más participativa y a una renovación del sistema. Pero no quieren cambiar el mundo y eso queda claro en una de las consignas que exponen: “No somos antisistema, el sistema es antinosotros”. Son jóvenes 2.0. Los miembros de una generación que gracias a Internet, las redes sociales y los celulares están en conexión y demuestran un gran poder de convocatoria: basta que haya un objetivo que los una para que de manera veloz puedan llenar plazas y calles. Y pasar en cuestión de horas de las redes en Internet a la acción concreta. Pasó algo parecido en Egipto y en otros países árabes. Eran otros los motivos y otra la situación, pero bastaron la coincidencia y la irritación, para que la voluntad se propague. Pero cuidado, no cualquier joven en el mundo tiene la posibilidad o la capacidad de convocar a sus pares para gritar indignación. |
En los países árabes, los cabecillas de esas multitudinarias marchas eran los jóvenes en mejor situación social y económica. Aquellos que se conectan a Twitter o que poseen celulares inteligentes con conexión a Internet. De hecho, uno de los líderes de las movilizaciones de Egipto fue un ejecutivo del gran gigante de Internet, Google. Wael Ghonim era el jefe de marketing del buscador en ese país y un joven brillante y ambicioso con un MBA finalizado en la Universidad de El Cairo. Personas como Wael iniciaron la movilización. Por supuesto, luego se sumó el resto de la población que compartía la demanda por más democracia, y que además estaba muy enojada por el aumento del precio de los alimentos. Todos le pusieron el cuerpo a una protesta que ocasionó cientos de muertos.
En España la situación es diferente. En aquel país hay jóvenes que ni estudian ni trabajan (los ninis). Otros que cuentan con buena educación pero que no tienen opciones laborales. Y otros que tienen trabajos temporarios y no logran independizarse. Los que no encuentran trabajo pasan sus días con poco dinero y en casa de sus padres. La crisis económica y la reducción del estado de bienestar pueden hacer que esa situación empeore. Por ahora no les falta comida y tienen las necesidades básicas más que satisfechas. Pero no ven posibilidades de un futuro inmediato mejor. Y están indignados. Quieren una democracia que los represente de otra manera.
Al igual que los líderes de las marchas en los países árabes, los indignados españoles son jóvenes conectados. Son adeptos a la comunicación desde Internet y saben del poder de convocatoria de las redes. Están en contacto con sus pares y con el resto del mundo. Los consumos en Internet, las redes sociales y los celulares son un capítulo importante de sus vidas. Manejan la tecnología y la usan a su favor. Por ejemplo, los que acampan en Madrid rápidamente armaron un canal de televisión que se puede ver por You Tube o por otros sitios de videos (http://www.soltv.tv/).
Pero surge una pregunta; ¿Por qué los jóvenes españoles tienen la capacidad de motorizar la indignación y hacerla acción? ¿Qué los diferencia de jóvenes de otros países que tal vez están peor? Una nota del diario Clarín del último domingo hablaba sobre uno de los tantos chicos y chicas de la acampada: Se llama Irene. Tiene 21 años y estudia Trabajo Social en la Complutense. Llegó a la plaza el martes pasado y no se piensa ir: "Se queda unas veinte horas por día. Vuelve a su casa, se baña, y otra vez al Sol. Bien vestida, educada, de rasgos finos y aire irreverente, Irene comparte el perfil con todos los jóvenes que fueron ocupando como una sombra creciente cada palmo de esta plaza transformada de manera inesperada” La descripción expone características posibles sobre muchos jóvenes españoles: futuro incierto pero un presente sin sobresaltos.
No todos los jóvenes del mundo viven la misma situación que los españoles indignados. Muchos otros que viven en países con pobres sistemas de seguridad social no tienen las mismas oportunidades de reclamo. Esos jóvenes pueden estar indignados pero necesitan sobrevivir y no siempre cuentan con acceso a la red y a la tecnología. Pero cuidado, porque todo puede cambiar de manera rápida: los jóvenes 2.0 avanzan en todo el mundo al compás de los bits. Es un poder latente e impredecible. Hace unos meses fue en los países árabes. Hoy son los jóvenes españoles que se movilizan y exigen un sistema democrático mejor. Mañana, quién sabe.
{moscomment}