SABEMOS DÓNDE ESTÁS |
Geolocalización: no cuenten conmigo |
Por: Sebastián Di Domenica. Eramos pocos… y apareció la geolocalización. La unión de Internet, redes sociales, GPS, satélites y celulares inteligentes le han dado vida a esa nueva noción. ¿Y qué quiere decir? Que gracias a todas esas tecnologías, las personas que cuentan con un celular con Internet y GPS pueden ser ubicadas en cualquier rincón del mundo con sólo algunos metros de error. En pocas palabras, ubicación geográfica exacta a la vista de todo el mundo en la red. Un avance llamativo pero que genera todo tipo de inquietudes. Tal vez la idea puede parecer divertida si se usa entre amigos y para el encuentro en la pizzería. Pero por intentar atravesar un hecho anecdótico o simpático como ese; tenemos que entregar el bien más preciado de la libertad: la posibilidad de escapar. ¿Se puede entregar algo más? Usted dirá: con esta no me van a agarrar, ni loco me anoto en una utilidad de esas características. Pero lo mismo ocurrió con las redes sociales. Y con muchos otros avances tecnológicos como el celular. Un día el “no me van a agarrar” se transforma en “estoy adentro”, porque todos somos parte y no queremos quedarnos afuera. |
Todos en el tubo de ensayo
Y una vez que estamos adentro, olvidate. Somos carne de cañón. Conejillos de indias. Parte de un laboratorio del que somos parte con todo gusto. Hace algunas semanas, un documental sobre los gigantes del mundo digital señalaba que en la red no hay productos en venta. La película decía que lo que está en venta son las personas o los usuarios. Es decir, vos. Una utilidad o un sitio en la red es valioso por la cantidad de gente que aglutina; y toda esa gente que circula por allí es lo que está en venta. Esa cantidad de personas puede ser el punto inicial de un montón de negocios. Y con la geolocalización va a pasar lo mismo.
¿Dónde estás amor de mi vida?
La idea es que muchas personas permitan que se haga público el lugar geográfico en el que se encuentran. Y que de acuerdo a esa ubicación, se les puedan ofrecer todo tipo de servicios en ese lugar y a esa hora. Además, comienza una socialización diferente: ya no solo estamos informados de lo que hacen o dejan de hacer nuestros conocidos; sino que sabemos dónde se encuentran con precisión exacta. En países en donde los dispositivos tecnológicos son muy comunes, como Japón, existen masivos sistemas de Chat para conocer personas con fines amorosos que suman el aspecto de la geolocalización. El contacto y el conocimiento se desarrolla a través del celular, y si por la geolocalización descubren que están cerca; tal vez se acelera el encuentro y la conclusión de los objetivos. Todo a una velocidad vertiginosa. Imparable como la fibra óptica.
Facebook se lanza
En paralelo con las posibilidades que ofrece la tecnología y que se generalizan a través de los smartphones, la red social más grande del planeta, Facebook, acaba de lanzar en Estados Unidos Facebook Places. El nuevo lanzamiento permite que los usuarios de la red social puedan a través de sus teléfonos celulares dar a conocer el lugar en dónde se encuentran, saber cuáles de sus contactos están cerca de ese lugar y registrarse en las páginas de bares, restaurantes y negocios cercanos. Google también avanza en ese sentido con los polémicos proyectos Google latitude y Google Street view, que son para analizar en detalle en alguna otra nota.
Un encuentro inoportuno
Los que están familiarizados con Facebook, conocen bien la experiencia de descubrir las caritas de aquellos contactos que se encuentran en la red en el mismo momento que uno. E incluso seguro que recuerdan la invitación inoportuna de alguno de esos contactos para chatear. ¿Qué pasa si esto se extiende a los lugares por los que transito? ¿Qué pasa si descubro que uno de mis contactos, al que no deseo ver, está en el mismo restaurante al que yo quiero ir? ¿Qué es mejor: ir obligado a saludar o directamente irnos para otro lugar?
Si me buscan, no me van a encontrar
Es casi un lugar común repetir una y otra vez que cada uno de los avances de la tecnología y la red conllevan un avance en la vida privada y un retroceso en la intimidad de las personas. En esta columna lo he repetido hasta el cansancio. Pero a la gente parecen no importarle demasiado los avisos. Se anotan aquí, allá, se exponen en fotos, dichos, datos, frases y todos re contentos. Pero bueno… creo que con la geolocalización se llega a un techo. ¿Alguien puede desear que todos sepan en dónde se encuentran en todo momento? ¿Alguien puede desear anular la posibilidad de perderse o escapar? ¿Qué control extremo pueden llegar a plantear los empleadores con sus empleados o los esposos celosos y obsesivos con sus parejas? Además, hay un dato que remarcan los expertos en estas temáticas: los datos en las redes son difíciles de eliminar. Y muchas veces se mantienen incluso después del cierre de la cuenta. El panorama no es para nada interesante. Supongamos que un día fuimos a ese lugar al que no teníamos que ir. Ese lugar que no era adecuado, no era apropiado y en el que nuestra presencia era impensable. A ese lugar un día fuimos igual. Y nos olvidamos de apagar el celular y ese sistema botón. Es una lástima. El mundo lo supo. Todos se enteraron y es imposible borrar la prueba. Ojo, no es ficción, puede pasar. Están avisados.
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