ENTRE LA TECNOLOGÍA Y LAS IDEAS
Inseguridad y cámaras de vigilancia

CÁMARA EN LA VÍA PÚBLICAPor: Sebastián Di Domenica. Cada vez hay más. Están en todas partes. En una esquina, en el supermercado, en la plaza y en cientos de lugares. Son las cámaras de vigilancia. Se multiplican en la Ciudad de Buenos Aires, en algunas ciudades del interior, y en general, en todos los centros urbanos del mundo. En las últimas semanas se habló más que de costumbre sobre las cámaras de seguridad. Propuestas políticas y notas periodísticas ubicaron a la temática en las páginas de los diarios. Sin dudas, las cámaras son herramientas útiles para mejorar la labor de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, frente al interés por estos temas y ante el reconocimiento de las cifras que gasta el estado en su implementación, surge una pregunta: ¿Qué tan importantes son este tipo de herramientas tecnológicas en la lucha contra el delito? ¿Las cámaras de seguridad son fundamentales en esa batalla? O tan sólo son propuestas incompletas frente a la escasez de ideas. En contraposición con la hipervigilancia tecnológica, en una entrevista reciente, el pedagogo italiano Francesco Tonucci propuso una mirada diferente y renovadora en relación a niños, ciudades y seguridad. Vale la pena analizarla.

Una de las notas periodísticas que se ocupó de las cámaras de seguridad salió publicada el último domingo en el Diario Clarín. Era un extenso artículo sobre la temática en la Ciudad de Buenos Aires y en diferentes localidades del conurbano. Entre otros puntos interesantes, se informaba sobre las cifras de dinero dedicadas a la implementación de esta tecnología y la falta de licitación para definir los responsables de la tarea. A su vez señalaba que Londres es la ciudad con más videovigilancia con 4,2 millones de cámaras; mientras que en Argentina se calcula que hay unas 200 mil entre públicas y privadas. En relación a la utilidad de esta tecnología, se detallaba el caso de Tigre, en donde según la propia intendencia, se calcula que gracias a esta infraestructura ha bajado un 30 por ciento el delito en las zonas video vigiladas.

En tanto, el tema de las cámaras de vigilancia en la Ciudad de Buenos Aires también fue tratado en el ámbito político en la última semana, ya que una inicitiva legislativa propone sumar botones antipánico a las cámaras de seguridad ya existentes en la ciudad. Es decir, en los medios y en la política se habla de inseguridad y también se habla de las cámaras de seguridad. Sin menospreciar el valor de estas herramientas tecnológicas, las cámaras en la vía pública parecen ser un buen instrumento en contra el delito, pero que aporta casi nada a la búsqueda de soluciones integrales frente a la inseguridad. 

En relación a esta temática, cabe decir que una encuesta reciente publicada en Hipercrítico planteaba el siguiente interrogante: ¿Qué acción puede ser útil para disminuir la inseguridad? Entre nueve posibilidades, las dos opciones más elegidas fueron: Disminuir la exclusión social con el 30.6 por ciento de los votos. Y mejorar la educación con 16.2. Es decir, más allá de las mejoras en la infraestructura, que seguramente suman y ayudan, según la opinión de la gente, los caminos para combatir la inseguridad surgen de las mejoras para la comunidad en general y de la educación.

En esta misma tendencia se ubican las opiniones del pedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci, quien en una entrevista habló de los problemas de la excesiva vigilancia y de caminos más naturales para mejorar la seguridad de las ciudades y de los niños que las transitan.

En primer lugar Tonucci hablaba de los problemas de los niños muy vigilados por los adultos: “Los enormes problemas que enfrentan hoy los adolescentes (violencia, alcohol, drogas, delincuencia, accidentes de moto y auto) se relacionan directamente con que en la infancia se han visto privados de la saludable experiencia de riesgo, porque están todo el día vigilados por adultos. Los niños, en forma natural, buscan obstáculos y riesgos para medir sus capacidades: superarlos es una satisfacción y no hacerlo, una frustración. Si no pasan por esta experiencia durante su crecimiento, ese deseo explota.”

Más adelante, Tonucci sigue y plantea una idea interesante para combatir la inseguridad en las ciudades, y al mismo tiempo, para proteger la libertad de los niños; “Los "recorridos seguros" son un ejemplo: involucran a comerciantes y vecinos para que estén atentos, les den un vistazo, les ofrezcan el baño si lo necesitan. Ya se ha puesto en práctica en ciudades y es una revolución porque la inseguridad deja de ser un tema de defensa para resolverse a través de la participación. Aquí hay un tema vinculado a la política de la movilidad. Tenemos que resolver primero el tema de los peatones, después el de los ciclistas, después el tema de los medios de transporte público y sólo en cuarto lugar, el transporte privado. Una calle no se hace segura si hay más policías o cámaras, sino si hay más niños.”

Es  decir, Tonucci propone para  solucionar la inseguridad la cooperación entre vecinos y comerciantes. Una buena idea, que al margen de los avances y de la implementación de la tecnología, tal vez puede ser aplicada localmente con la participación y el compromiso de la comunidad.

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