¿NOS METIÓ EL PERRO?
Pérez Celis era tan pero tan

Pérez CelisPor: Cicco. Y sí, tuvimos que despedir a ese artista inclasificable, multifacético y sobre todo, prolífico, Pérez Celis. Los medios se deshicieron en notas de pesar y congoja, pero ninguno terminó de decir: ¿qué catzo era lo que hacía este tipo para ganarse la vida y que se escriban notas de pesar tan largas y con tanta congoja? Es cierto, pintó la Bombonera, ilustró “Hojas de hierba” de Walt Whitman en la traducción de Borges, hizo murales en Japón, ganó premios en Montecarlo y expuso en el Palais de Glace y la Biblioteca Nacional. Pero, ¿era verdaderamente talentoso o nos engrupió durante toda su vida?

¿Por qué Pérez Celis? ¿Por qué hablar de él? Hizo más de 5000 obras y aún hoy la gente se pregunta si eran genialidades, o eran para colocarlas junto a las pinturitas de un chico de jardín de infantes. En su despedida, el diario Clarín trató de encontrar una respuesta a este misterio y lo mejor que le salió fue: “(Era un) exponente de la corriente abstracta más cercana a la figuración”. La Nación trató de dar más precisiones: “Su pintura estuvo enrolada en el lenguaje de la abstracción, con utilización de símbolos geométricos, y se caracterizó por fuertes contrastes de luces y sombras, el tratamiento gestual de la materia y una importancia decisiva dada al color”.

En un tributo en la Universidad Internacional de Florida, en enero del 2000, Carlos Damian, Dami para los amigos, o Charly o Carlo, un hombre al que tengo el agrado de desconocer y que no sé a qué se dedica ni quién corno es, escribió: “Viajero incansable, literalmente enamorado de su trabajo, Celis, es reconocido desde hace tiempo como un MAESTRO y goza de la aceptación de la critica y de una audiencia que lo sabe apreciar sobrepasando las fronteras de su país natal, la Argentina. Siempre fiel a sí mismo y a su personal proceso de motivación, Celis explora todos los aspectos de los medios con los cuales trabaja y el potencial artístico de la abstracción en toda su amplitud, para luego crear una expresión profunda y global de relevancia cultural”.

Damian utiliza el intrincado método de todo crítico de arte: hablar sin decir nada en absoluto. Elogiar sin dar precisiones. Defender con garabatos. En fin, quedar bien con los amigos y seguir yendo a los ágapes artísticos gratarola.

Pérez Celis era el mago de la zarasa. El rey de la pintura que puede significar cualquier cosa. El maestro del barullo. El emperador del manchón. Mire esta. 

Pérez Celis - Entendimiento 

Yo soy un hombre abierto a la imaginación, pero sólo veo una barra blanca sobre un fondo oscuro, y una suerte de madera torneada. Él la seleccionó entre sus mejores 96 obras. Y llamó a esta “Entendimiento”. Pero, si fuera por mí, la podría haber llamado “Desentendimiento” o “Madera torcida en un colchón blanco”. Qué se yo. Esta gente juega con la confusión.

O mire esta otra. Mírela con detenimiento y diga cómo se llama. Juguemos a ser críticos de arte a calzón quitado. Así develamos quién es esta gente de una buena vez.

Pérez Celis - Feudalismo

¿No se le ocurre nada? ¿No sabe cómo llamarla? Seguramente se le ocurren muchos nombres. Mire que tiene el elemento de la flecha, una de las marcas registradas de Pérez Celis, como también de Flecha Bus y de una tradicional línea de zapatillas. Intuyo que una flecha que apunta hacia arriba, significa: Arriba. Fíjese que la flecha está ubicada en el centro de la pintura. Esto significa dos cosas: 1) No está a la derecha de la pintura. Y 2) Tampoco está a la izquierda de la pintura. Así que, si reflexiona sobre la flecha en el medio, y el punteadito a los costados, con ese par de alas oscuras batiendo en la noche, llegará a la conclusión de que esta obra no puede llamarse de otra manera que “Siglo XI Feudalismo”.

Si no la descubrió, no se ponga mal. Le doy una segunda oportunidad. Observe esta gran obra de Pérez Celis 1998, hecha con una técnica mixta –es decir, una ensalada mixta, con oliva- sobre tela, de 152 x 116 cm. Una obra que habla por sí sola. Así que escúchela.

Pérez Celis - Vidas paralelas

Mire con detenimiento la fuerza de esos colores. Observe cómo le habla esa figura colgante abajo como una hamaca vacía. Observe el poder de la zarasa, del intríngulis contoneado de Pérez Celis, del rubor de vino tinto del fondo, del triángulo invertido tan magistralmente, el fuego eterno que parece devorar la pintura, algo que desgraciadamente no llega a ocurrir. Y entonces concluirá que esta obra no puede llamarse de otra manera que “Vidas paralelas”. Pero seguramente usted ya lo descubrió al primer vistazo.

Pérez Celis era un artista notable. Notable porque nos hizo creer a lo largo de su vida, afianzado por el establishment pedorro de los críticos de arte, que era un genio. Sólo un genio puede lograr que en 69 años, haya obtenido solamente elogios y nadie se haya parado a preguntarte como mínimo: “Che, pero, ¿no es un poquito confuso? ¿No nos estará metiendo el perro” Pues todo artista moderno siempre cuenta con que usted no los entienda. Que usted se quede afuera. Que usted, en definitiva, se sienta como un nabo y tema confesar su desconocimiento.

De todos los discursos que se dieron cuando despidieron sus restos, me quedo con una declaración de su hija: “Papá vivió una vida plena, hizo lo que quiso y se empeñó en ser pintor”. Sobre todo, me gusta, la última frase de su declaración. Donde dice cómo se empeñó en ser pintor.

Hernán Lombardi, el ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, ya anunció que estudia distintas formas para difundir la obra de Pérez Celis. Pobre Lombardi. Qué trabajo difícil que tiene por delante. Pues, por mucho que estudie la obra de Pérez Celis, primero necesita saber algo: que alguien se la explique de una puta vez.

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