rapidos y furiosos

Por Cicco. Se llamaba Paul Walker, era actor y su cara era sinónimo de la saga en cine de Rápido y furioso que, en breve, iba a ir por la séptima entrega. Siete partes de una misma idiotez.

 

Walker se estrelló, como todo el mundo sabe, con un Porsche en Los Ángeles. No conducía él pero es sólo un detalle. Iban rápido. Demasiado. Y con eso, alcanza para desencadenar una tragedia.

Digan lo que gusten pero tramas como las de Rapido y furioso son, en buena medida, el caldo de cultivo de que se maneje cada vez más como el traste. ¿Por qué motivo? Porque, desde entonces, conducir pasó a ser un tema más de tetosterona que otra cosa. Y cuando hay testículos metidos en el medio en atividades fuera de la cama, las cosas nunca salen bien. Excepto, claro, para la criadilla.

No es cool manejar, a no confundir los tantos. Debería ser un acto de fría responsabilidad. Dios quiera que todos los descerebrados que piensan que manejar es una carta de presentación del macho cabrío, si deciden estrellarse que tengan la gentileza, como Walker, de hacerlo contra un poste.

Pero claro, Hollywood tiene a este planeta tomado de los calzones y si a las productoras cinematográficas algo le parece piola, generan una epidemia de películas moviditas con dementes al volante. Uf, que alguien nos libre de este karma.

El descenlace de Walker muriendo estrellado en un auto último modelo debería tener el sabor de las moralejas de los cuentos infantiles: no hables con extraños en el bosque, no edifiques con cimientos de paja y, jamás de los jamases, creas que ponerse al volante es parte del gran video game de la vida. En la calle, no se jode.

El mundo necesita al volante menos rápidos y furiosos. Y más lentos y tranquilos. Conducir a 200 y pico dejémoslo para la Fórmula Uno. Si tiene problemas con la sobrecarga de tetosterona, consígase una pareja. No moleste a los demás conductores.

Así como hacen test de alcohol en sangre, deberían hacer test de semen, y los policías podrán, en el futuro, decir: “Mire, señor, lo sentimos pero vamos a confiscar su auto. Usted tiene tanto semen como para poblar dos veces China. Si quiere evitar sanciones, puede pasar al baño a descargar el tanque. Tómese su tiempo”. Y así terminamos con tanto rápido y furioso suelto.