incognita tremenda

Por Cicco. Ya mi hija que va a cumplir 14 dejó de preguntarme sobre las asignaturas de la escuela. Antes, aún confiada en que sabía, me interrogaba: ¿qué es un triángulo escaleno? O ¿me ayudás con el análisis sintáctico de esta oración? Ahora, tras verme más de una vez encogerme de hombros, ya lo hace por su cuenta o llama a las amigas. Descubrió que su papá de los 12 años que pasó por la escuela sólo conserva un gran agujero en la memoria, como si se hubiera recuperado del alcoholismo.

 

Ahora bien, ¿por qué nos olvidamos todo lo aprendido en la escuela? ¿Por qué conservamos tan poca cosa excepto lo linda que estaba alguna profesora o lo perverso y cretino que era algún que otro compañero? No sé usted, pero excepto cierta noción sobre la clorofila, las tablas de multiplicar y alguna que otra capital del mundo, estoy en pañales. Y, lo que es aún peor, mis pañales ni siquiera están limpios.

Los expertos en educación insisten en que, ahora hay que privilegiar la comprensión sobre cualquier método de memorización. Incluso para estudiar las tablas matemáticas -que, como le contaba, esas sí me las sé todas, si quiere se las digo-. Puede leer la nota que publicó Clarín esta semana sobre el tema aquí.

Los neurocientíficos advierten que uno tiene una especie de memoria on line, que terminado su empleo, uno simplemente pasa el dato a papelera de reciclaje, como sucede con el 99% de las cosas que aprende en la escuela, una vez que rinde el examen final. Así como los educadores subrayan que el niño debe comprender lo que aprende. También ahora, toman las famosas pruebas integradoras. Esto es: un examen final que comprende todo lo visto a lo largo del año, mal que le pese al pobre alumno. ¿Qué logran con ello? Bueno, que el chico, al menos, no mande al tacho lo estudiado en cada cuatrimestre y lo atesore, al menos hasta que termine el año. Pero, disculpen educadores, ustedes sabrán más, pero todo esto es como manotazos de ahogado, en su camino al hundimiento total.

La memoria es, por decirlo así, un músculo muy delicado. Una red neuronal que sólo se maneja con el combustible de las emociones. Sólo conservará aquello que lo impresione verdaderamente. Todo lo demás, biomas, fórmulas trigonométricas, análisis semántico, irán a parar al mismo cesto donde fue todo lo que aprendimos nosotros, gente grande, tiempo atrás.

Los educadores debaten y debaten sobre cómo lograr que el aprendizaje escolar sea un metal inoxidable en la memoria de los alumnos. Sin embargo, hay que ser realistas, sin amor por lo que uno hace, sólo habrá óxido y más conocimiento descartable para llenar los tachos de este mundo. Un basural a cielo abierto cada vez más grande que sólo acabará el día en que alguien nos explique qué tiene que ver nuestras vidas con ello.