jagger

Por Cicco. Nadie lo esperaba, y menos aún él mismo, pero Mick Jagger se convirtió en el rock star setentón más impensado de todos los tiempos. Pues, si fuera por el cálculo de sus amigos y de los medios especializados, Mick debería estar enterrado desde los años '70.

 

Pero la muerte aún no se le presentó, o si le llegó un día, él la pasó de largo, y el líder de los Stones ya tiene tour en puerta, vitalidad renovada -vaya a saber si con meditación o tomando por las mañanas sangre de vírgenes-, y aunque no lo crea al menos siete cosas que aún no hizo. ¿Jagger aún no pudo cumplir todos sus deseos? Este hombre que se acostó con cuanta sex symbol pobló este planeta y hasta tuvo un intríngulis amoroso con el propio David Bowie, que dio rienda suelta a sus instintos tan bajos que había que buscarlos en el sótano, que celebró cuanta fiesta imagine en yates y jets privados, voló a lo largo y ancho del mundo, en fin, el todoterreno Mick, ¿dejó títere con cabeza? Así es, tras una investigación intensa del equipo del asesino serial pudimos descubrir que hay siete cosas que Jagger, que acaba de cumplir los setenta aún no hizo. Vamos ya a enumerarlas, si la cámara me acompaña.

1 – Natación en Pelopincho. De tanto visitar las playas de la Polinesia, conocer los spas más lujosos del mundo y tener en su mansión piscina propia climatizada, Mick jamás pudo hacer un largo en una Pelopincho. Aún está a tiempo. No da para clavado.

2 – Fumarse un dedo. Al igual que Keith, Mick es un gran fumador. Fumó, como podrá imaginar, cuanta hierba crezca en esta tierra. Y Ritchards hasta, dicen, se fumño las cenizas de su padre. Sin embargo, Mick nunca pudo ir más allá y fumarse un dedo. Un dedo mayor de carpintero puede tener el tamaño de un cigarro Cohiba. Nada como fumarse un dedo y después twitearlo.

3 – Comerse un Guaymallén. Dado el cuidado en la nutrición y la dedicación que le dio al estado físico en los últimos diez años, Mick dejó atrás las delicias de la vida gastronómica de las clases populares. Y así pasó de largo el el delicado sabor tobara e imperceptible de un Guaymallén de chocolate. Él se lo pierde. Con esa boca y con lo pequeño que vienen ahora los Guaymallén, le entran seis. Mínimo. Un desperdicio de placer.

4 – Quedarse afuera. La irrepetible sensación de quedarse en la calle esperando mesa, o fuera del cine porque ya están las entradas agotadas, es una experiencia que Mick nunca tuvo. Jamás de los jamases pudo disfrutar que lo reboten en local ni mujer alguna. De hecho, dos o tres de sus biógrafos dicen que Jagger jamás escuchó un “no” en su vida. No sabe lo que significa. Y tampoco nadie quiso explicárselo para que no se deprima.

5 – Escuchar de boca de un niño que baila como el traste. Ya su baile está instalado en el inconsciente colectivo de los fans. Los medios lo reverencian como un extraña clase de bailarín al que le han roto todos los huesos en una pelea en el bar. Pero hasta ahora, nunca pero nunca nunca vino un niño, y quién si no, a decirle que su baile es un espanto. Pero ya es hora de que alguien lo haga. Cumpliste 70 Mick. Los chicos siempre dicen la verdad.