Por Cicco. Usted pensará que el futuro es el telón de fondo de la nueva de Tom Cruise, sin embargo, el futuro está acá y ahora, con nosotros, codo a codo sorbiendo la misma bombilla del mate. Acabo de enterarme de ese hecho radical y revelador, esta misma semana por una nota donde, casualmente, estaba involucrada Lady Gaga y una producción fotográfica para la revista V Magazine.
El suplemento Entre Mujeres de Clarín anunciaba la novedad de este modo: “Lady Gaga sin ropa y sin photoshop”. Allí se la podía ver a la cantante con unas plumas tapándole el pubis, pitando un pucho, bronceada por demás y con un rubio platinado al punto encandilamiento. Pero, si uno afinaba la vista, podía ver algún que otro rollito y ciertas irregularidades en las piernas que, más que obedecer a la tonicidad propia de los muslos, obedecen más a una pasión por los postres con merengue. Lo interesante aquí no es que Lady Gaga tenga celulitis, si es que lo tiene. O que tenga unos kilitos de más, como si eso fuera escandaloso. Lo realmente llamativo es que los medios señalen con sorpresa algo que, tiempo atrás, era lo más natural del mundo: que una foto no esté trucada.
Esta es la era del photoshop, donde las modelos y las celibrities ya dejaron de existir para dar paso a una extraña representación digital de ellos mismos: su, digamos así, avatar. Sin ir más lejos –sobre todo porque no tenemos ganas de caminar demasiado-, hace poco la actriz y modelo de Dior Jennifer Lawrence, confesó: “Lo que más amo en este mundo es el photoshop”. Y no es para menos: la misma Jennifer admitió que en una producción de Dior ni siquiera se reconocía a sí misma. Y hasta declaró, muy seria ella, que las nalgas en una producción donde ella era la protagonista, habían sido tomadas, ups, de otra mujer.
Así están las cosas, mis amigos. Hoy en día ya no sólo se trata de juzgar de si hay o no photoshop delineando las curvas y quitando arrugas y mejorando el revoque, ahora realmente lo que uno se pregunta es si el torso completo de esa persona le corresponde a ella o es de un tercero, un extra, una modelo de los Balcanes a la que se le paga con techo y comida.
Por suerte, ahí está Gaga para recordarnos que, enterrado en lo profundo de todo set fotográfico, allí en medio del descarte del reportero que capta las producciones, existen tomas que conservan un tímido halo natural, gordito y feliz.
Con el tiempo, claro está, habrá celebrities que contraten un par de muslos permanentes y exclusivos para que le sirvan en las producciones de modas. Y, de seguir la tendencia adulterada, en breve, las leches empezarán a promocionar cuando contienen algo de lácteo en sus sachets, o cuando la pizza posee en sus ingredientes verdadera muzarella, cuando los políticos actuan por convicción y no por intereses varios, o cuando los empresarios deciden por el bien de sus empleados. El mundo está patas para arriba, señores. Y cuando planta los pies en la tierra, los medios se pelean por anunciar la novedad.