MEDIOS VS. VORACIDAD PUBLICITARIA/
¿Al periodismo le falta sinceridad?

periodismo e interrogante/Por: Cicco. El marketing, la pucha, todo lo puede. Incluso hasta batir al periodismo, ese paladín, en apariencia, robusto e intransigente, que a lo largo del tiempo, levantó en pala a ministros, presidentes, dictadores y conspiraciones. Pero hoy en día, las ventas, le ganan a la investigación. Y los códigos mercachifles del marketing. Le ganan a la transparencia y la sinceridad, dos de las armas de todo periodista que, la pucha otra vez, se ve obligado a dejar a un lado.

“Estoy podrido de las reuniones con los de marketing”, se quejaba un amigo director de una importante revista dominical. “Al final, terminamos, por ellos, siempre haciendo las mismas portadas: moda de temporada, o los días festivos de venta, el de la madre, día del amigo, navidades. La vuelta del poncho En fin: lo único que les importa es vender publicidad”. Cualquiera puede pensar que al ser revista de domingo, mi amigo está liberado de la presión por vender ejemplares, la espada de Damocles de toda revista. Pero él también cae en las garras del marketing. “Los periodistas ya no tenemos más voz ni voto en las tapas”, agregó él.

Existe, por supuesto, el miedo a dar espacio a personajes o historias pianta auspiciantes. En tiempos de la revista Dominical del extinguido Diario Crítica, no estaba ese miedo, y tampoco estaban los auspiciantes.

El marketing es el responsable de los diseños de los grandes medios gráficos. En tren por, según ellos, modernizar los periódicos, recortan los textos, cargan las tintas de los títulos, y hacen que los medios impresos se parezcan cada vez más a zapping de la tele: rápidos, vendedores, insulsos.

Pero lo que más preocupa no es sólo la decadencia de la crónica como argumento de venta –a pesar de que, el mundo jure que hay un boom del género-. Lo que más jode es que el marketing, imponga la sobreventa, la precisión forzada de datos y rompa con el código que hizo que el periodismo se mantenga como un oficio respetable y a salvo del encono colectivo –a lo largo de los años, la gente siempre busca a quién meterle el cono-. Y ese código es la sinceridad.

En el periodismo, no hay peor enemigo que el marketing. Trabajé 13 años en una revista donde cada vez que llamaba alguien del departamento de publicidad, mi editor entraba en pánico. Esa gente siempre venía con ideas descabelladas. Inserts de temáticas poco periodísticas. Campañas publicitarias que barrían con alguna de nuestras mejores notas de la semana. El periodista, por lo general, se viste como el culo. Pero los de publicidad siempre llegaban en traje e imponían respeto. Eran, desde su propia presencia, los que mandaban. El eslabón que nos hacía recordar que, en fin, uno también trabaja en una empresa. Uno es, por más periodista que sea, parte de un almacén. En lugar de kilo de paleta, vende notas. No hay peor escenario para un periodista que una portada digitada por el departamento de marketing. Una hipótesis forzada al máximo para vender más anuncios.

Esta es, sin embargo, la parte más visible de la influencia del marketing. La presencia física del monstruo. Pero la criatura del pantano tiene sus sutilezas. Y penetra en el propio inconsciente del periodista a la hora de escribir. La exigencia por vender empaña la transparencia de todo cronista. Pero, por si no lo sabe, sin sinceridad, tarde o temprano, el periodismo caerá en picada.

No hay manual de estilo que lo consigne, pero hay cosas que un periodista tiene prohibido:

* Dejar constancia de que un eslabón en la historia no se sabe. O que ha fracasado en ubicar a tal personaje.

* Admitir que no es el primero en llegar a determinada revelación.

* Reconocer que el entrevistado, antes de él, pasó  por buena parte de los medios conocidos de la Argentina.

* Consignar que ese nuevo boom que el departamento publicitario insiste en que le traerá cuantiosos anunciantes, es una boludez atómica.

En fin, estamos maniatados los periodistas, y le hacemos creer a la gente que aún somos los mismos héroes de siempre, desinteresados y siempre listos para desenterrar chanchullos. Pero al fin de cuentas, el día que se den cuenta, los primeros en ser enterrados vamos a ser nosotros. La pucha.

Hipercrítico en Twitter:
http://www.twitter.com/hipercritico

{moscomment}