NO CONFUNDAMOS LAS COSAS/
Amy Winehouse no es una leyenda

Amy Winehouse/Por: Cicco. Los periodistas amamos los números redondos. Y sobre todo, amamos las casualidades. Nos encanta sostener ideas insostenibles con el sólo fin de vender más ejemplares. Es por eso que, no importa lo perejil que haya sido el artista en vida, lo mucho que la haya pifiado, los pocos discos que haya grabado, es suficiente con que muera a los 27 años para que una manga de idiotas empiece a compararlo con Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison, grandes estrellas de la música que estiraron la pata, oh casualidad, a esa misma edad.

Sabido esto, vamos a decirlo de una buena vez: Amy Winehouse, quien murió una semana atrás a los 27 años y no precisamente por indigestión con Danonino, no es Janis Joplin. Ganó unos premios Grammy, unos premios Brit y otros MTV, pero eso no es suficiente. Por eso, les pedimos humildemente, ¡dejen de tratarla como una leyenda de inmediato! Bloqueen ya la edición de cualquier disco en su memoria. No organicen tributos con Elton John al piano. No vendan remeras con su cara. Ni pins. Ni lo que coño sea.

No pasen sus temas una y otra vez hasta que la gente sienta que ella les canta desde el más allá y le venga la idea idiota de rendirle un homenaje. Ya su disco Back to Black volvió a ser número uno de Itunes en 14 países. Hagamos algo pronto antes de confundir a los historiadores en los siglos venideros y que piensen, a través de los registros mediáticos, que Amy hizo mucho más que tener una buena voz, componer dos hits –pues, vamos, su carrera se limita a dos discos y dos canciones- y hacer cagada tras cagada en su vida.

Ponerla en el mismo escalón que a Joplin es como escupir en la tumba de la dama blanca del blues. Por favor, a quién se le ocurre comparar. Janis revolucionó todo, nadie cantaba como ella hasta entonces, nunca jamás una voz femenina había llevado a música a un plano tan melodramático desde los tiempos de Billie Holliday. Pongan cualquier disco suyo: Joplin aún te hace llorar. Es cierto, patinó un poco en su vida personal, pero esto fue un detalle nomás. Su grandeza no venía de las páginas de chimentos. Janis cambió las reglas del juego. E inspiró a varias generaciones de cantantes que buscaron imitarla –incluso en su extravagante vestuario- y sucumbieron en el intento. Hasta entonces, las cantantes nunca se salían de la raya. Cantaban afinaditas, perfectas, heladas. Joplin, en cambio, se daba vuelta como una media y podías ver su bombeo cardíaco en cada una de sus canciones. No hacía falta saber cómo le iba en su vida: lo tenías ahí cifrado cada vez que abría la boca.

Hoy en día, es más importante tener una vida agitada, que tener una carrera destacada. Ya las reseñas discográficas no ayudan a vender discos. Ahora, los que ayudan a vender discos son los paparazzis. Pobre Amy: no hay nada peor que convertirse en leyenda por las razones equivocadas. Podría haber continuado su carrera, grabado más discos, cosechado más hits, y quién dice, quizás un puesto como verdadera leyenda, sin tan sólo hubiera ido a rehabilitación. Pero ella no, no y no.

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