ELOGIO A LARS VON TRIERS |
Por qué hay que perdonarle que se llame nazi |
Por: Cicco. Los artistas no son como los políticos. A Dios gracias. Deberían poder decir lo que se les canta, sin medir consecuencias y sin caer en las encuestas. No le pida a un artista que diga las cosas para captar fans. Esto es lo que han logrado años y años de Bonismo, esa tendencia marcada por el líder de U2, de sólo decir lo que está bien, jamás pisar el palito y ser una figura en carrera de santo. |
Tiempo atrás, los artistas decían, de verdad, lo que se les ocurría. Hace años, Louis Ferdinand Céline, el escritor maldito francés de “Viaje al fin de la noche”, defendió a los colaboracionistas de Vichy, se lo llamó antisemita y cosas aún peores. Tiempo más tarde, Borges apoyó a los militares y se perdió de millones y millones en gloria y premios. En sus memorias, el alemán Günter Grass dijo que, de joven, había formado parte de las SS –lo dijo, naturalmente, años después de recibir el Nobel- y prácticamente lo sepultaron en vida.
Ahora le llegó el turno a Lars Von Triers, uno de los pocos cineastas que tiene algo nuevo para contar, le guste o no. "Yo entiendo a Hitler –comentó en rueda de prensa del Festival de Cannes-. No era lo que se dice un buen tipo, pero lo comprendo y le tengo algo de compasión. Hizo algunas cosas malas, pero también puedo verlo, al final, sentado en su búnker… No estoy en contra de los judíos. Los apoyo ciento por ciento. Bueno, quizás no tanto, porque Israel es un dolor en el trasero. ¿Cómo me libero de esa frase? OK; soy un nazi".
Que un político diga que es nazi, es peligroso. Pero que lo diga un artista, es otra cosa. El artista abre el criterio de discusión, pone el pie donde nadie se atreve. De eso se trata su trabajo. Cuestionar las cosas que damos por sentadas. Hay que leer la declaración de Von Triers en el contexto de su carrera. Desde que desembarcó con “Los idiotas” y toda esa loca idea del dogma, Lars sólo se empeñó en dar shocks visuales. ¿El danés se burlaba de los tontos en el film? ¿Era una forma de decirnos algo? Luego, se dedicaría a los ciegos, a los tullidos. Y al tullido y ciego sueño americano, en la saga iniciada con “Dogville”, esa obra maestra donde, para no desviar la atención de su mensaje, prescindió hasta del decorado.
Presionado para retractarse, Von Triers ya pidió perdón por su declaración en Cannes. Dijo que no volvería a dar entrevistas en rueda de prensa. Que fue un exabrupto. No importa las aclaraciones: lo declararon persona no grata en el festival.
De todos modos, que no le quepa duda alguna: Lars no es nazi. Basta con ver sus películas. Para un mundo donde ve todo blanco y negro, alguien inclasificable como él, el rey de meter el dedo en el traste a su público, es natural que se lo descalifique como nazi, que es lo que él ha dicho al cierre de su confesión inconfesable. Se dice nazi porque es la única etiqueta demoníaca que puede entender el mundo de alguien así. Tomarse en serio a Von Triers, es meterse en problemas. Es tener que repensar nuestras miserias, nuestras hipocresías, nuestra falsa lucha por la libertad. Que alguien venga a señalarnos, y a recordarnos todas esas cosas: es el demonio en persona. Es un nazi. Hay que echarlo pronto al fuego. Y seguir tragando pochoclo viendo la nueva de Piratas del Caribe. Cómodos. Silenciados. El atroz encanto de la vida en banco y negro.
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