CHARLY RETRO |
¿Volvió a tomar? |
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El show de García en el Cosquín estaba programado para 17 temas. Pero, fiel a su viejo estilo, multiplicó la lista a gusto, y salió y regresó a escena todas las veces que quiso. Regaló un micrófono. Volteó otro. Arrancó con el Padre Nuestro. Se desabrochó el cinto –sigue gordito pero en verdad se le caían los pantalones-. En la sanguinolenta canción del crimen familiar “Mr Jones” de Sui Generis, citó a Barreda. Llamó a García López “negro puto”. El mánager que lo siguió en su regreso, ya no lo sigue más. Dijo al cierre de un tema: “Amen a los travestis, fumen droga y vayan a la iglesia”. En el aire, flotaba la sensación de que Charly volvía a ser el viejo Charly: es decir, el Charly que toma.
Hay una delgada línea entre lo emotivo, y lo que dan ganas de llorar. Y Charly, de vuelta a las andadas, saltó la línea de la emotividad y transita ahora la del llanto.
No todo artista que envejece se pone viejo y choto. Ahí está el Polaco Goyeneche que en la recta final, seguía conmovedor, a corazón abierto. O Mercedes Sosa que mantuvo su temple vocal hasta el final. O Johnny Cash, esa leyenda folk que cantaba como un océano sin fondo, incluso en su lecho de muerte. O los Rolling Stones, impecables, inoxidables. Pero Charly es distinto. Toda la carrera de García desde “La hija de la lágrima” fue una caída desde el balcón. Es milagroso todo lo que vivió y sigue en pie, como puede, y en escena. Pero ya ha ido demasiado lejos. García es como un boxeador al que le han dado demasiados golpes. Necesita alguien que le tire la toalla antes de que se desplome. “Tengo códigos, tengo 40 años de carrera hago música desde los 15 años, quiero que me respeten”, dijo en Cosquín. Y tiene razón. Más respeto con él. Déjenlo descansar a García como merece. Es un héroe de guerra. Páguenle una pensión y eviten que vuelva a escena. De sólo verlo, Palito Ortega, que quiso curarlo, debe llorar. Y yo también lloro con él.
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