LA MALDICIÓN DE LAS TEENS |
¿Qué le pasa a Hannah Montana? |
Por: Cicco. Es la diva teen de los últimos tiempos. Su serie en tevé es de las más vistas del planeta. Pero carga con la maldición de los dioses juveniles: a los 18, la terminan embarrando. ¿Qué le pasa a la estrellita de Disney Hannah Montana, alter ego de Miley Cyrus? Ahora lo sabrá. |
Primero se la vio un poco suelta de ropas posando en la Rolling Stone, un año atrás. La producción, hecha por la gran Annie Leibovitz, levantó una ola de reclamos en Disney, la cadena que emite la serie de Hannah. Se la veía un poquito guarra, es cierto. Otro poco, caliente. Dijeron que no habría más temporadas de la tira. Pero después siguió.
Luego, la Cyrus fue a una entrega de premios e hizo una coreo insinuante arrastrando la pelvis contra el caño, después se dijo que lo repitió en una fiesta con empresarios de la tevé jovatones y al palo. Cada semana que pasa los medios cuentan una nueva. Eslabones de una cadena que la arrastra a la pobre chica al infierno.
Su cumpleaños de 18, apareció tomándose fotos junto al bulto de su nuevo novio a quien ella califica de “muy pasional” –actor de Nickelodeon, la competencia-. Más tarde, se difundió un video de Cirus fumando salvia divimorum –si sos chusma, miralo acá-.
Hace poco, sus padres se divorciaron tras 18 años unidos en sagrados matrimonio. El motivo: su hija, a quien el padre, el músico country Billy Ray Cirus, según dicen, le da más bola que al resto de sus hijos. Y para meterle un moño a todo el asunto, ahora una ex amiga de la infancia de la estrella, salió en los medios a prenderla fuego con soplete: “La conocía desde el primario y cuando llegamos al secundario, hizo un giro de 180º y no me habló más”, dice la amiga. “Es una mentirosa. Ella era muy mala. Me acuerdo una vez que le empezó a gritar lesbiana a una chica que estaba excedida de peso. Ella era una porrista y estaba con los chicos populares”.
No hay estrella juvenil que no haya pisado el palito. Haga memoria: Lindsay Lohan, Gary Coleman –la estrella de Blanco y Negro-, Britney Spears, el rubiecito de Mi pobre Angelito, cada uno de ellos, cayeron barranca abajo borrachos, faloperos, ladrones, presos, obligados a hacer trabajos comunitarios para paliar sus pecaditos. Y ahora le llega el turno a Miley. Cada uno de ellos era especial, es verdad, pero los años los pintaron con la misma brocha. Todos, en un momento, se fueron por la canaleta. Pero, ¿es una maldición faraónica? ¿Es propio de la adolescencia? ¿Es la presión de la fama? ¿Son las hormonas, el acné? Sólo la gerencia de Disney lo sabe.
A mi hija le encantaba Hannah Montana. Pero desde que cambió la pollerita larga por el culotte, el chupetín por la pipa, y la guitarrita por los bultos, ya la mira con desconfianza, como si acabara de ser víctima de una mutación incomprensible. Una posesión demoníaca de la que nadie puede escapar llamada crecimiento.
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