PSICOLOGÍA DE UNA ESTRELLA
Por qué Messi es tan aburrido

Lionel MessiPor: Cicco. Los periodistas ya no saben qué hacer con Messi. Se cansan de hablar maravillas de él en la cancha, la intrepidez que tiene para atravesar adversarios como si contara con cierta clase de piernas que vendieran sólo en Marte. Pero a la hora de hablar con él, de pedirle explicaciones, de buscar detectar algo de esa magia, esa maravilla futbolística que hechiza a la prensa mundial en sus propias palabras es como si conversaran con otra persona. Un chico apagado, cabizbajo que sólo articula lo justo y necesario.

Es cierto que no hay que pedir peras al olmo, y menos aún hay que inclinarse a recoger peras en el Penal de Olmos.  Así que, es mejor que Messi salve a la selección y la lleve a instancias finales, que encontrar a Messi salvando a la intelectualidad argentina o como movilero de Chiche. Es mejor dejarlo donde está. Bastantes alegrías nos da a tan corta edad.

Sin embargo, uno no puede evitar interrogarse: por qué alguien tan interesante en la cancha, cuando pone un pie en el vestuario es como Superman sin la capa. Excepto que uno sea una bomba sexy a la caza de fama y de billetes, es poco lo que se puede sacar de él.

Los periodistas se conforman con chaucha y palitos, y mandan sus declaraciones en primera plana, no importa el contenido. Sondeé el archivo de sus entrevistas para ver si esta columna estaba completamente errada, y lo que encontré de sus testimonios más picantes fue esto: ”Con la pelota no pienso, juego”. “Siempre sentí el cariño de la gente”. “Me miro al espejo y pienso que todo lo que me pasa no es verdad”. “Lo que yo hago no es complicado”. “Todos los halagos son lindos”.
“Cuando festejo los goles miro al cielo para dar las gracias. Y por mi abuelita”.

Cuando ganó en el 2009, el Premio Fifa World Player al mejor jugador del año, dijo: “Terminé un año espectacular. Estoy contento por lo que viví”. Si esto fuera dicho por Maxi López, cualquier editor o productor de programa, daría de baja la nota. Diría: “No tenemos título. No hay nada”. Pero viniendo de Messi, es otra cosa.  Cada pavada que sale de su boca, vale oro.

De hecho, cuando ganó el título del mundo con Barcelona, y, por obra y gracia del champán del festejo, se le escapó una frase de más, la prensa ya hablaba de un Messi “desbocado”. A decir verdad, no era precisamente “desbocado”, era simplemente que Messi fruto de un sacudón de alcohol en sangre, pudo meter apenas un bocado.  Los medios españoles saltaban en una pata, no tanto por el pisoteo propio de todo amontonamiento del festejo, sino porque entendían que, para hacerlo hablar, tal vez a Messi, primero que nada, había que hacerlo tomar.

Esta es una de las razones principales de por qué toda estrella de fútbol suele perder interés en sus declaraciones, por no decir que simplemente son un relleno para seguir hablando de sus goles. No es sólo que dediquen su tiempo y energía al entrenamiento físico. Es básicamente que chupan poco. Y cuando lo hacen, se estampan a toda velocidad contra postes de luz, se divorcian a causa de una loca que un día más tarde aparece hablando por Rial, o acaban volcando el codo del otro lado de la raya, como el pobre Ortega.

Es comprensible. El universo deportivo es muy exigente. Está lleno de sacrificios y privaciones, casi como la carrera sacerdotal. Unos hablan de retiros espirituales. Otros hablan de concentración. La gente no sale bien de sus cabales. Gracias a Dios, si los jugadores pueden hacer una gambeta o tirar un centro más o menos digno. Si lo hace, es parte de un gran misterio, una de las razones de por qué la prensa a veces, no debe exigir explicaciones para todo y simplemente sentarse, callar y disfrutar. Y menos aún, pedir motivaciones y elucubraciones de parte de sus protagonistas. Esta es la peor parte. Como ver los extras detrás de escena de una película. Esto sólo espanta el hechizo.

Por eso, gloria a Messi en las alturas, que siga mostrando brillo en las canchas y opacidad en las entrevistas. Si quieren una buena nota, que los medios vayan a buscar a otra parte: ahí lo tienen a Maradona que, quizás no sea el mejor de los técnicos, o, en todo caso, quizás sea uno de los peores, pero cada cosa que dice, por más pifiada que esté, es un título excepcional cargado de daño, acidez y veneno, la trinidad favorito de todo periodista.

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