No hay que ser un gran estadista o dominar al dedillo la historia argentina para descubrir que si en la actualidad fuésemos colonia de España, nos iría mucho mejor, aún con la crisis tremebunda que golpea a Europa de la cintura para abajo. Seríamos, por fin, parte del Primer Mundo. Gozaríamos de pasaporte de la comunidad europea, lo cual nos permitiría viajar por todo el planeta sin visa. No tendríamos que esperar ganar un Oscar cada muerte de obispo, pues podríamos aplaudir los galardones que levanta las películas de Almodóvar y sentirnos parte de su éxito. Si proyectamos vivir en España no deberíamos empezar trabajando como lavacopas para ganarnos el derecho de piso, seríamos un par. En lugar de Celeste Cid, la tendríamos a Penélope Cruz. En lugar de Pérez Célis, lo tendríamos a Pablo Picasso. En las escuelas las maestras podrían hablar del esplendor monárquico de cuando la patria española gozaba de poderío internacional y sponsoreaba viajeros para colonizar nuevos mundos. Los Kirchner levantarían aún las banderas contra los aliados al franquismo. Y tendríamos la herencia maravillosa del Islam en ciertas ciudades y una cultura que se remonta prácticamente a los inicios de la civilización.

Deténgase sólo por un momento: en lugar de Los Pibes Chorros y la cumbia villera, tendríamos el flamenco y a Paco de Lucía. En lugar de Villa Gessel, Ibiza. En lugar de Mar del Plata, el Mar Mediterráneo. En lugar de jamón de super con gusto a suela, comería jamón serrano estacionado del mejor. En lugar de un peso volátil como barrilete sin soga, tendríamos una moneda firme y sólida –aún con los estragos de la caída griega-. Yo no tengo duda alguna. Mejor seguir siendo colonia española. Habría tanto para aprovechar. Así que, si usted es un ciudadano con conciencia y mente abierta, niéguese a festejar el bicentenario. No levante ni una copa de agua por él. Piénselo. Además, Messi jugaría bien hasta para un equipo nuestro como el Barcelona. 

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