LA MALDICIÓN DE LOS PRENSEROS
Cómo es entrevistar a una estrella

Benjamín RojasPor: Cicco. No hay situación más incómoda para un periodista que entrevistar a una estrellita. Es que una estrella mediática no es alguien aislado, cuyas declaraciones se reserve a sí  mismo. No es alguien que pueda decir lo que le viene a la mente, vestirse como se le cantan las nalgas y hacer todas esas cosas que un periodista disfruta luego contando al mundo lector. No, señor. Una estrella representa algo mucho más grande y más complejo, y truculento que un actor común y silvestre.

Un mes atrás, me tocó  entrevistar a Benjamín Rojas, la estrella de la nueva tira televisiva de Disney “Jake y Blake” y un miembro del dream team de Cris Morena. Para la nota, Rojas llegó con tres asistentes y el productor, sin contar al equipo de maquilladoras. Y si hay algo que sea sinónimo de peligro a fracasar en tu nota, es que tu entrevistado llegue con un asistente. Un asistente ya es suficiente. Y más de uno, es una inflada de bolas.

Yo había elaborado una larga lista de preguntas para hacerle a Rojas que llegó sin afeitarse y fue, para decirlo de algún modo, retado como un niño. Pero muchas de mis preguntas cuando el actor estaba por contestarlas, las asistentas ponían un grito de alerta roja –algo que, en el mundo de las asistentas de prensa se traduce en cara de orto-. Y Rojas, un actor ducho en representar intereses de canales y mantener cierta imagen de joven puritano a cuestas, las detectaba al vuelo y callaba en lo mejor de la confesión.

Durante un buen tiempo los asistentes de prensa cumplían la función precisamente de ayudar al periodista. Pero luego esto viró en sentido contrario: y hoy en día, un asistente de prensa suele ser, para un periodista, su enemigo número uno. Años atrás, inicié las gestiones para entrevistar a Sebastián Ortega, en tiempos en que su creación Los Roldán, batía récords históricos de rating. Me comuniqué con prensa de Ideas del Sur. Me pelotearon durante semanas sin darme novedades. Me explicaban que Ortega estaba muy ocupado y que aún no había definido si daría la nota o no. Por obra del destino, conseguí el celular de Ortega y llamativamente contestó: “Claro que me interesa dar la nota, no estaba ni enterado de que me estaban buscando, ¿cuándo la quieren hacer?” Conclusión: lo teníamos a Ortega en el estudio fotográfico de la revista dos días más tarde. Queríamos hacerle fotos de su cuerpo tatuado, pero la asistenta de prensa me dijo: “No le pidas que se saque la remera porque tiene problemas en la piel y no le gusta”. Sabiendo lo bien que se habían portado conmigo para tramitar la nota, no le dí ni cinco de pelota. Por suerte. Cuando le pedimos a Ortega, se puso en cuero y dijo: “¿y cuál es el problema?” 

El año pasado, entrevisté  a los músicos de Spinetta, donde entre elogios varios, destacaba cómo habían envejecido, esto, a su asistenta de prensa que casualmente maneja prácticamente a todos los rockeros de la Argentina no le gustó. Escribió un mail con copia a mi editora advirtiendo: “Nunca más le doy un personaje a este Cicco”. Y así es muchachos: un agente de prensa que debería estar al servicio tuyo y del artista, que debería ser un canal abierto de información es una piedra en el zapato, por no decir, un aguja en la media.

En cuanto a Rojas, si le pedía declaraciones sobre historias con fans, las asistentas ponían cara de ku. Si pedía teléfonos de la familia, contactos con amigos de Rojas para ampliar la nota, las asistentas ponían cara de ku. Si el fotógrafo le pedía que posara en musculosa, las asistentas ponían cara de ku. “Que no se vean niños, ni marcas y menos que menos culos”, adoctrinaron al fotógrafo, segundos antes de la sesión.

Y así es como salen expuestas las estrellas en los medios, lavadas, pulcras, repetitivas. No es que las estrellas no tengan vida propia. Es que no se puede permitir otra cosa que brillar, impoluta.

Y así es también como salen las notas: como el reverendo ku.

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