EL TEST DE LAS 8 PREGUNTAS
Enterate: ¿sos un sorete de persona?

encuestaPor: Cicco. Cuando te estás dando una ducha caliente, reconfortante. Cuando ya terminaste de pasarte el jabón, el shampoo y la crema de enjuague, y dejás que la lluvia te masajee como miles de dedos acuosos en la espalda, ¿no hay un momento, un instante minúsculo donde pensás con cierta alarma en la falta de agua en el mundo y el gasto que estás cometiendo con la ducha abierta y ya nada por lavar, no hay un relámpago de arrepentimiento que se apaga en un segundo, y seguís ahí bajo la lluvia y el destino de la humanidad te chupa un huevo?

Cuando ves un partido de fútbol o cualquier celebración deportiva donde, por razones no del todo claras, el evento termina en una batalla campal todos contra todos, ¿no hay algo en vos que desearía que, sólo por esta vez, la policía no intervenga y que la pelea continuara y continuara, que las tribunas rivales descendieran al campo de juego y las cosas se pusieran cada vez peor?  

Cuando ves una catástrofe por la tele, cuando ves que miles y miles de familias se quedan sin techo, arrastradas por el barro, sucumbidas por olas monstruosas, por vientos huracanados, ¿no hay una voz en tu interior, una vocecita suave que te arrulla como a un bebé y te dice: “no te preocupes, toda esa gente infeliz murió muy lejos de aquí?”

Cuando conocés en persona a alguien muy bueno, que siempre actúa correctamente, que nunca critica a nadie, que sus hijos son maravillosos, educados, nunca una palabrota, nunca un empujón, un padre de familia ejemplar y devoto que siempre tiene palabras de fe y esperanza, que piensa en positivo y alienta hasta el más miserable a que se supere y lo imite, cuando ves a alguien así, ¿no hay una parte en vos que entiende por qué siempre existieron tipos que se ocuparon de liquidar al Mahatma Gandhi, a John Lennon, y a Martin Luther King?

Cuando estás en un colectivo colmado, apretado, en un viaje de una hora mínimo, si viniera una pandilla de asesinos zombies de paco, que hicieran bajar a tres cuartas parte del colectivo y a vos no, y los fusilan a punta de pistola en la misma vereda, cuando el chofer del colectivo arranca y retoma el camino, ¿no habría una parte en vos que se alegra porque, a partir de ahora, tiene asientos libres?

Cuando descubrís que la calle por donde venías está cortada por una manifestación, y luego de desviarte por otro camino ves la marcha a lo lejos, ruidosa y embanderada, ¿no hay un sentimiento guardado en lo profundo de tu corazón que no le importa si piden trabajo, casa, o justicia para una niña que acaba de ser víctima fatal en situaciones horrorosas, no hay un sentimiento íntimo, reservado e inconfesable en vos que festejaría la caída de un misil tierra aire que sepulte la marcha, deje milagrosamente el asfalto intacto y restaure la normalidad del tránsito?

Cuando ves a un ídolo deportivo, una figura mundial llena de juventud y futuro que por distintas circunstancias, le encuentran un análisis de doping positivo, o lo agarran con travestis en la calle, o publican sus fotos fumando porro, cuando ves a ese mismo ídolo, al día siguiente, con ojeras en la cara, la voz quebrada producto del mal descanso, llamando a una conferencia de prensa y pidiendo perdón por sus pecados, ¿no hay algo en vos, un llamado profundo y placentero que quiere que el tipo se siga hundiendo en la tentación y la miseria?

Cuando ves un accidente en la calle y pasás casualmente por ahí, ¿no hay una parte secreta en tu interior que desea ver aunque sea una víctima fatal antes de que la cubran con un nylon, o un cráneo fracturado, o un tendón nadando en un charco de sangre oscura, o una pareja envuelta en llamas, sólo para poder contarlo en la oficina con más lujo de detalles?

Estas son las delicias que vuelven al género humano aún más humano. Las razones por las cuales tenemos los presidentes, los jueces, los curas, los comisarios, los ídolos, los directores técnicos y los programas de televisión que nos merecemos. Esta gente es parte de nuestra misma familia.

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