El café decían prácticamente que era veneno líquido. Ahora, dicen los médicos que es bueno para la piel, para la memoria y hasta para el hígado.

El huevo era prácticamente considerado un tapón cardiovascular, una oda al colesterol. Ahora resulta que los especialistas juran que previene enfermedades del corazón, no engorda, y tiene las mismas calorías que una fruta. Además, es bueno para el rejuvenecimiento de la piel, la gastritis, las úlceras. Y ayuda al metabolismo y hasta la caída del pelo.

El vino era un pecado capital, propiedad de los curdas, de los incurables. Ahora, se dice, es bárbaro para el corazón –una copa al día- y sus antioxidantes equivalen a cinco manzanas o siete vasos de jugo de naranja. Incluso, los médicos van más allá y recomiendan tomar medio vaso de whisky antes de irse a dormir.

Eso, por la parte de los alimentos y las bebidas, pero ahora se verá que con la gente pasa lo mismo.

Años atrás, Juan Carlos Blumberg era un adalid de la justicia y la seguridad. Una figura de convocatoria sin par. Hoy es simplemente un falso ingeniero solitario, un quijote medio loco.

Omar Chabán era un número uno del under. Los rockeros lo reverenciaban. Hoy es el número uno de los presos.

Diego Maradona era un emblema de habilidad y nuestro mayor referente en el mundo, el hombre que iba a llevar a la selección a ganar el mundial. Hoy, es prácticamente un obstáculo que hay que sacar de lado. Un impulsivo que puede hacer cualquier cagada y dejar a la selección fuera del campeonato del mundo.

En Hollywood, Rock Hudson estaba considerado un galán bárbaro. Hoy, ya difunto, es considerado un trolongo bárbaro.

Gaby Álvarez era el rey de la noche, el epicentro de la movida local. Hoy es un ex reo, desclasado y exiliado.

Hay infinidad de personajes del tipo globo pinchado, miles de amenazas vacías -¿recuerda la profecía apocalíptica del fin de milenio?-, millones de supuestas verdades científicas que durante un tiempo nos llenan de seguridad de telgopor y después nos hunden como galletita en café con leche. Y alarmas, donde quiera que vea, hay muchas alarmas. Alarmas por todas partes. Y tomarse el trabajo de descubrir qué es verdadera alarma y qué es timbre de juguete, eso sí que es duro. Eso sí que es alarmante.

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