1) Respire bien hondo, estornude y luego proceda a respirar relajadamente su propio estornudo, sintiendo en sus fosas nasales esas gotas pequeñas de saliva que nadan en el aire como lluvia, sólo que con peor sabor. Repita el acto y disfrútelo todas las veces que guste. No existen casos registrados, por más boludo que uno sea, de contagiarse a uno mismo. 

2) Practique sexo oral con barbijo y vea qué se siente. Tal vez los médicos tienen tanto sexo con enfermeras porque hay algo erógeno ahí y usted se lo está perdiendo. En el mejor de los casos, descubre una posición nueva para explorar. En el peor, es como chupar un pucho apagado.

3) Viaje en un colectivo colmado. Estornude ruidosamente. Luego caiga muerto. Verá qué escena divertidísima se arma a su alrededor.

4) Incorpore la masturbación dentro de su rutina aeróbica. Ventajas: no necesita pareja. Además, fortalece los músculos de la mano, con lo cual obtendrá beneficios a la hora de sonarse más enérgicamente la nariz.

5) Prepare un frasco con cola verde, crema de enjuague y arrójeselo a la gente desde el balcón. Sus vecinos pensarán que Dios tiene gripe.

6) Si sabe que está infectado, en vez de deprimirse, pruebe haciendo esculturas con sus mocos. Quién sabe. Tal vez usted sobreviva y dentro de un tiempo, su obra tenga un valor científico incalculable. Y si no sobrevive, en fin, sus hijos van a cobrarlo como herencia.

7) Aproveche esta época para practicar intensamente del sexo anal. Esta clase de relaciones puede contagiarle muchas cosas, pero no el virus de la gripe. Pues, como bien sabe, un pedo no es lo mismo que un estornudo.

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