¡BASTA DE TRATARLO COMO SI FUERA MARADONA! |
Guillote no es un copado |
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Llega un punto en el tiempo donde los medios entran en un terreno pantanoso de incertidumbre y empiezan a plantearse si tal o cual celebridad da muestras constantes de ser un boludo consuetudinario, de ser un salame que merece ser pasado por la picadora o si esto es simplemente parte de su estilo espontáneo y atrevido de comportarse en la vida.
Guillermo Coppola es el rey de las hemorroides convertidas. Tiempo atrás prácticamente era considerado la conexión mafiosa, narco y criminal de Maradona, con quien estuvo 15 años como representante. Un jeropa bueno para nada. Un vejete que sacaba lo peor que había en Diego. Ahora, Coppola es sinónimo del buen vivir, de eterna juventud –pasó la barrera de los 60 y conserva la cara como tostada con miel- y de las milagrosas bondades del Viagra.
Coppola acaba de sacar su biografía y de filmar ejemplares como si fuera García Märquez en la Sala Borges de la Feria del Libro. Dice que tiene contactos con Macri y Scioli. Una productora quiere filmar su vida. Le encantan las cremas. Maneja una Cherokee y asesora financieramente a jugadores de fútbol. Dice que reconoció a su hija porque tenía un agujerito en la pera igual al suyo.
Conozco muchos colegas que lo entrevistaron y quedaron embobados con sus historias de viajes con Diego en hoteles cinco estrellas y con los caprichos del futbolista que debían ser atendidos a la brevedad. Para ellos, el hecho de que Coppola no fuera un hipócrita bastaba para rescatarlo del mar de bosta en que suele sumergirse toda celebridad en nado mariposa. “No sabés”, contaban, “Guillote dice cualquier cosa sin importar quién esté enfrente. Se hace chistes sobe sí mismo. Va a la pedicura. El tipo es un genio”.
Todo varón que coge mucho y variado, suele merecer socialmente un lugar de privilegio social. Guillote, entre otras cosas, da muestra de cogimientos varios y esto es algo que todo el mundo tiene como señal de prestigio. Podrá ser Robledo Puch, el descuartizador de Milwaukee, el caníbal de Rotenburgo, pero si coge, Dios mío, tendrá club de fans y, si vive en los Estados Unidos, quizás hasta inspire una película.
Pero déjeme decirle una cosa: Guillote no es un copado. Basta de tratarlo como si fuera Maradona. Querido: Maradona era el otro, el más petiso, el que tenía talento. No nos confundamos. Este tipo era un secretario. El que le traía ranas al desierto de Sahara, que le llevaba pizza porteña a la clínica en La Habana. Un che pibe que la ligó de rebote. Además, si a los 60 pirulos considerás que la Cherokee, la manicura, y la crema son el sentido de tu vida, si considerás que los hoteles y el Viagra, es todo lo que este mundo puede ofrecerte, no sos un copado. Sos uno más en la larga hilera de hemorroides que habitan el culo del mundo.
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