DE LAS ACEITUNAS AL EMPACHO |
Las diez muertes más idiotas de la historia |
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Uno puede estar preparado para todo. Puede ser preventivo en grado máximo para mantener a raya la gripe porcina, el mosquito del dengue, la angina roja, el cólera, la malaria y cierto grado febril de estupidez. Sin embargo, es llamativo cómo la muerte se las arregla para presentarse en formas absolutamente extrañas, con tal de tomarnos por sorpresa. A Raquel Núñez se le presentó la suya en la forma de un recipiente con 600 kilos de aceitunas que se desprendió de los amarres y la aplastó mientras trabajaba en una fábrica riojana.
Los medios tienen infografías para todo. Pero jamás podrán ilustrar con seriedad algo que el tiempo ha dado en llamar muertes de lo más boludas.
Así como a la señora de La Rioja, que en paz descanse, ha sucedido numerosas veces que, gente de lo más común muere boludamente, incluso figuras de renombre.
Dedicaremos esta columna a nombrar no sólo algunas de las más famosas, sino simplemente aquellas que la mala memoria del autor ha podido rescatar del naufragio de su archivo mental y del plagio notorio de internet. Este es el ranking de las diez muertes más boludas de la historia, empezando desde abajo hacia arriba, con el fin de mirarle mejor las piernas.
10) Buda: Por no ser descortés, a pesar de que trataba de evitar la carne, aceptó una invitación a comer jabalí. La carne estaba en mal estado. El gran príncipe y padre de una de las corrientes espirituales más fascinantes de todos los tiempos, murió empachado. Grado de boludez: leve, la caballerosidad ayuda.
9) El Mono Gatica: El gran boxeador argentino, un duro arriba del ring, murió cuando intentaba subir sin suerte a un colectivo 295, en Barracas. Él al que nada ni nadie lo tiraba, lo arrojó un bondi y lo aplastó como un sánguche. Tenía 38 años. Grado de boludez: moderada.
8) Atila: El rey de los hunos, murió en su noche de bodas allá por el año 453. Según sus biógrafos, no bebía demasiado y se cuidaba en las comidas. Pero la noche en que juró amor eterno a una joven de nombre Ildico, comió a más no poder, bebió a más no poder y en un momento, su nariz comenzó a sangrar. Pero no paró de comer y beber. Se ahogó, el pobre, en su propia sangre. Grado de boludez: media.
7) Joseph Fourier: Físico y matemático, célebre por sus estudios sobre la acción del calor. Fourier, a tono con sus estudios, murió en París asfixiado por su propia calefacción. Dicen que era muy friolento. Grado de boludez: considerable.
6) Harry Houdini: El rey del escapismo. Mago como pocos. El padre del ilusionismo tal como hoy lo conocemos de manos de Copperfield, durante una noche de copas en un bar, desafió a un rugbier a que lo golpeara en el estómago. Decía que podía controlar sus músculos y el dolor. No pudo. Murió de hemorragia interna. Se le reventó el apéndice. Grado de boludez: importante.
5) Jack Daniel: El mítico destilador de bourbon, era un hombre de modales rudos. En 1911, quiso abrir la caja fuerte y, como no podía encajar la combinación, la molió a patadas. Pero, como ya ha demostrado la ciencia, las cajas fuertes suelen ser más resistentes que los pies. Daniel murió al poco tiempo: las heridas en el dedo gordo se le infectaron. Y a otra cosa mariposa. Grado de boludez: de alta graduación.
4) Francis Bacon: uno de los científicos más geniales del siglo XVI murió durante un experimento. No era mala idea: en pleno invierno vislumbró que el congelamiento podría ayudar a conservar los alimentos. Hizo la prueba: tomó un pollo y esperó al aire libre a que se congelara mientras una tormenta de nieve azotaba la ciudad. Bacon terminó con neumonía y murió días más tarde. Grado de boludez: elevado.
3) Tenessee Williams: Dramaturgo famoso, cuentista envidiable, hipocondríaco y borrachín. Dicen que gastaba un fangote en consultas médicas. Murió en 1983, a los 71 años, atragantado con la tapa de un frasco con sus gotitas para los ojos. Grado de boludez: altísimo.
2) Isadora Duncan: Bailarina exquisita, considerada un referente de la danza moderna. Duncan murió en la calle. Iba a bordo de un coche cuando una fuerza abrumadora la arrojó fuera del auto, la arrastró por la acera y la ahorcó instantáneamente. El motivo: su larga bufanda de seda se atoró con la rueda. Grado de boludez: difícil de igualar.
1) Tycho Brahe: Astrónomo danés. Alcohólico incurable. En 1601, se aguantó tanto las ganas de ir a pishar durante un banquete –dicen que era señal de descortesía- que le provocó una infección de vejiga que lo llevó a la muerte. Grado de boludez: histórica.
Y ahí está la muerte de Pedro Pompillo, presidente de Boca Juniors. Según el parte médico, pereció de un paro cardiorrespiratorio a los 55 años. Según los programas de chimentos, habría muerto teniendo sexo con Jessica Cirio, atiborrado de Viagra. Pero es un desmérito citarlo aquí. La muerte por coger, no es una muerte boluda. De hecho, es una de las muertes más inteligentes que a uno se le puedan ocurrir.
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