CÁNCER FASHION |
¿Por qué no podemos parar de tomar sol? |
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No importa que digan que la exposición al sol multiplica los riesgos de contraer cáncer de piel –cada año se producen dos millones de nuevos casos-, potencia la salida de melanocitos cutáneos, y, si se toma con las espaldas al descubierto en un lugar público, se elevan notoriamente las posibilidades de que alguien venga y le deje el culo como gladiolo. Sin embargo, nada de eso nos detiene. Llegado el momento, el sol ejerce un hechizo poderoso, comparable a algunas zonas geográficas de Araceli González.
Todo esto tiene una razón profunda y neurológica. El cerebro es un músculo primitivo, algo que ya sabemos desde que Marley tiene programa propio.
Desde hace tiempo, machucada por imágenes de celebridades en los medios y publicidades de bikinis en la Lugones, la mente comenzó a asociar belleza y salud a figuras tostadas. Es lo que ha visto toda la vida y es natural que siga respondiendo a los mismos impulsos con una erección en la malla.
El bronceado ha penetrado hondo en la psiquis colectiva pero ha llegado la hora de anunciar que hemos encontrado una solución para combatir este mal: los vampiros. Así es. Los vampiros, o mejor dicho, las películas de vampiros y muertos vivientes, nos devolverán la salud perdida.
Allá lejos y hace tiempo, un novelista llamado Bram Stoker intuyó el peligro del agujero de ozono y decidió escribir Drácula, una novela epistolar sanguinolenta donde, entre otras cosas, las vampiresas están bárbaras. Stoker no fue el padre del terror, fue el padre de la dermatología. Consciente de los riesgos epidérmicos de los rayos uv, Bram le puso onda a los vampiros con el fin de que, las mentes de su época, comenzaran a asociar la belleza con la palidez cadavérica, y quién sabe, después de todo no estaba tan mal hincarle el diente a un ser con bajo contenido de glóbulos rojos. Durante años, la influencia de Drácula puso la palidez de moda. Todo el mundo tenía una novia que parecía salida de un panteón de Chacarita. Pero el tiempo, y sobre todo, varias temporadas exitosas de Baywatch con Pamela Anderson soleada como el bronce, devolvieron a los vampiros a su tumba, revirtieron el curso de la historia y el ciclo del sol volvió a empezar.
Ser blanco lechoso se convirtió en sinónimo de que usted trabaja todo el día encerrado como un boludo y, por lo tanto, está muy pero muy lejos de besarle las ojotas a Pamela Anderson.
Si alguien está tostado significa que tiene tiempo para tostarse. Significa que hace con sus tardes lo que se le canta el higo –bronceado también-. Significa que tiene poder.
Hoy en día, ver alguien bronceado es puramente asociativo. Usted piensa que viene de algún lugar paradisíaco, descansado y que está sólo en la ciudad de paso, haciendo algunos trámites para continuar en ese lugar paradisíaco y descansado. Sin embargo, los índices –los dedos índices- señalan que dos de cada tres personas bronceadas, son lo que podríamos considerar bronceado de cabotaje. O, en su término más apropiado, bronceado de balcón. No hay forma de identificar un auténtico bronceado caribeño a la Pamela Anderson de un tostado de PH de Floresta. Difícilmente usted pueda notar la diferencia, excepto que se haya tostado a rayas por los barrotes del balcón.
Para revertir la tendencia del tueste canceroso fashion, una comisión secreta de dermatólogos acaba de relanzar la apuesta de Stoker y puso millones de dólares para financiar una nueva ola de largometrajes y series de vampiros. Para empezar, el film Crepúsculo donde el protagonista se parece a James Dean después del choque, ya recaudó 250 millones de dólares en el primer mes, cifra que se destinará a dos tareas faraónicas: la fabricación de una media sombra que cubrirá el planeta y la producción de la primera porno realizada íntegramente con actores que llevan, como mínimo, un año de muertos. “Con esto vamos a revertir la imagen de que la palidez es signo de derrota”, dijo el director de la XXX. “Hay varias escenas muy calientes en el guión. Pero aún tenemos ciertas complicaciones para lograr las erecciones”.
A tono con la campaña anti tostado, Telefé anunció una serie de vampiros para este año llamada Gabriel, con Chayanne como muerto vivo, algo que no le es muy difícil de plasmar. Y este mes HBO estrena True Blood, donde actúa una rubia bellísima, Anna Paquin, tan pálida que dispara un sinfín de blancas asociaciones y terminan dando ganas de acostarse hasta con el payaso Mala Onda. En True Blood, los vampiros conviven con la gente y beben una gaseosa que suplanta el acto de beber sangre. Los mortales, al verre que en las historias tradicionales, salen a cazar vampiros porque descubren que, si se la chupan a ellos –la sangre, digo-, es un poderoso afrodisíaco.
Como habrá visto, el gremio de los dermatólogos es muy influyente. Y no se detendrá hasta lograr que las chicas de tapa de Gente del próximo verano, sean tan blancas que haya que ver el negativo para distinguirlas de la espuma de mar.
Será una gran conquista, ya lo creo. No más cáncer de piel y manchas en el culo. Un mundo ideal donde los pálidos se llevarán la mejor parte del pastel. Un mundo donde será difícil diferenciar entre una hermosa chica blanca que está a la onda y otra que está simplemente con náuseas y baja presión. Pero va a ser cuestión de acostumbrarse. De todos modos, si tiene dudas, consúltelo con su dermatólogo.
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