EL PODER DEL ESCRACHE |
¿Por qué arrojamos cosas? |
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Cuando no es suficiente con decir, se grita. Cuando no es suficiente con gritar, se pinta. Cuando no es suficiente con pintar, se arroja. Cuando no es suficiente con arrojar, se golpea. Cuando no es suficiente con golpear, se mata. Cuando no es suficiente con matar. Se mata. Pero uno mismo.
En plena conferencia de prensa, como Bush, rápido de reflejos como todo animal rastrero, se agachó para el primer zapato, Zaidi se vio en la necesidad de reafirmar su cometido y lanzarle el segundo con más precisión. No hay nada peor que un zapato que no da su puntapié. Puede ver aquí el videíto de la escena, donde se ve la habilidad de esquive del presidente saliente, y la habilidad de Zaidi para lanzar sus zapatos.
Sin embargo, nos preguntamos, ¿por qué la gente arroja cosas sobre otra gente? ¿Qué clase de mensaje es este: no es una trompada, no es un cascote, es un zapato? Y, por último, ¿cuál es el elemento más elegido por los que deciden, cortar todo diálogo y dedicarse simplemente a arrojar?
Hay un solo antecedente conocido de revoleo de zapatazo, que yo conozca. Una vez, a Osho, un gurú de India, que hablaba pestes del sistema religioso de su país, le arrojaron un zepelin oscuro, que cortaba el aire. Osho levemente se movió hacia un costado, el zapato cayó sin tocarlo, lo levantó y dijo: “¿Por qué me tiraste un zapato? ¿Qué puedo hacer con un zapato? ¿Por qué no me tirás el otro?” Intuyo que, para que Bush, no haga una broma parecida, se aseguró de lanzarle los dos, aún a riesgo de ensuciarse ambas medias camino a la comisaría.
La Argentina es pródiga en antecedentes de arrojo. A Chabán le arrojaron huevos bajo su casa, y a su asistente Raúl Villarreal le tiraron más huevos a la salida de Tribunales.
En tiempos de piquetes rurales, Jorge Capitanich, gobernador del Chaco, recibió huevazos en la zona occipital, mientras inauguraba una oficina en Pampa del Infierno. Y al diputado nacional Alberto Cantero le decoraron la casa con huevos, harina y pintura. Ambos, a causa de su apoyo a las retenciones.
El huevo es el número uno de los objetos de arrojo. Se rompe fácil. No es muy violento que digamos. Y garantiza que, bien colocado, el otro quede personificado en omelette viviente.
Un año atrás, la propia Alicia Kirchner tuvo un escrache a medida: le tiraron huevos, le tiraron del pelo, y le tiraron harina. “Me tiraron patadas y me golpearon”, agregó ella, sorprendida sin custodia en pleno centro de Río Gallegos.
El insulto, el tirón infantil de pelo, una patada en los tobillos. Es la parte decorativa del arrojo. Pues, toda lanzada es, además de un acto medianamente premeditado, una potente ocasión de descarga. Uno tira lo que tiene a mano –en su visita a la Argentina, a Axel Rose, líder de los Guns and Roses, tiempo atrás, le tiraron hasta con un toallero-. Sin embargo, cuando se puede elegir qué tirar, la gente se inclina cada vez más por el huevo y la harina. ¿Por qué es esto? ¿Es una decisión que forma parte del inconsciente colectivo y no tiene más razón que el hecho de ser productos de la canasta básica familiar? ¿O es un instinto primitivo por convertir a la gente en milanesa?
Es curioso: en momentos en que la humanidad como nunca en la historia estuvo tan comunicada, como nunca en la historia tuvo tantas facilidades para hacerse escuchar con la imagen y la palabra, la mejor forma de expresión sigue siendo un zapatazo. Es que las palabras dicen tan poco. Hay tantas palabras dando vueltas por todas partes. Y tan poco zapatos.
Cien abogados se ofrecieron para defender gratuitamente a Zaidi, el periodista del zapatazo. En el país, es considerado un ídolo, un mártir. “Su acto llena los corazones de los iraquíes de orgullo”, dijo el hermano del periodista.
Zaidi aún está en cana. La gente sale a las calles pidiendo su liberación. Es que un acto de arrojo es el equivalente a miles de actos de arrojo guardados y reprimidos. Dos días después del zapatazo, ya inspiró un jueguito electrónico en la red, donde se le pueden arrojar calzado a Bush con ambas manos. Aquí lo puede jugar.
Si mejora la puntuación de Hollowbab, que le encajó a Bush 299 puntos en zapatos, evidentemente, usted es el nuevo rey del arrojo. Ya está para salir a la calle, y tomar a todo lo que es injusto, corrupto y falaz en esta vida, y convertirlo en milanesa napolitana.
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