 Por: Cicco. Se habló tanto de la suba irrisoria del gas y de la malaria que tienen que padecer aquellos usuarios de garrafas, que me ví impulsado por el efecto gaseoso a hacer una pequeña reflexión sobre el tema, si usted me lo permite. Yo pasé este invierno en mi pueblo con garrafas, en una ventosa casa con jardín blanco de tanta helada, en medio de más jardines y baldíos, y, como podrá deducir, si bien me equipé con pantallas, cada vez que respiraba salían volutas de vapor, aún metido en la cama bajo cinco frazadas. Esta es la primera lección que aprende todo garrafero: no importa lo mucho que te muevas, la sopa que tomes, las bolsas de agua caliente, la vida es una heladera.
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