La idea de incorporar insectos en la dieta humana, aunque pueda parecer novedosa y hasta exótica para muchos argentinos, está ganando terreno en diversas partes del mundo. Singapur, por ejemplo, ha dado un paso significativo al aprobar 16 especies de insectos para consumo alimentario, incluyendo grillos, gusanos,  polillas, langostas y abejas. Esta regulación no solo abre nuevas posibilidades culinarias, sino que también podría marcar el camino hacia la adopción de insectos en  otras regiones, incluyendo Argentina.

En Singapur, restaurantes ya están incorporando platos con insectos, como sushi adornado con grillos y gusanos de seda, en respuesta a la nueva regulación. Esta  tendencia refleja una creciente aceptación y curiosidad por parte de los consumidores, quienes están dispuestos a probar nuevas fuentes de proteínas. En países  como Tailandia, India, China y Brasil, el consumo de insectos es una práctica común y arraigada, con cientos de especies diferentes consumidas regularmente.

Fuente de proteínas

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado que los insectos son una fuente sostenible de proteínas, junto con  otras alternativas como la carne vegetal. Esta promoción se debe a la creciente demanda de alimentos y la necesidad de satisfacerla de manera ecológica.  Actualmente, en la Unión Europea, insectos como el gusano de harina amarillo, la langosta migratoria y el grillo doméstico están aprobados para consumo humano,  lo que indica un avance significativo en la regulación y aceptación de esta práctica.

Sin embargo, la inclusión de insectos en la dieta enfrenta varios desafíos regulatorios, como la seguridad alimentaria, la identificación de alérgenos y la armonización  de regulaciones entre los estados miembros. A pesar de estos obstáculos, los beneficios de los insectos son innegables. Son valorados por su alta eficiencia en la  conversión de alimento, rápido crecimiento y bajas huellas de carbono y agua, lo que los hace una opción viable para la agricultura urbana y rural.

Y en Argentina: ¿empanadas de hormigas?

En Argentina, la posibilidad de sumar insectos a los platos tradicionales, como acompañamiento de carnes, pastas o pizzas, o incluso la creación de empanadas de hormigas, se plantea como una verdadera incógnita.

Aunque es difícil predecir cómo evolucionará esta tendencia en el país, el crecimiento del mercado de proteínas alternativas a nivel global sugiere que podría tener un interés creciente. Se espera que este mercado, incluidas las proteínas derivadas de insectos, crezca significativamente hasta 2030.

El cambio cultural y la aceptación serán clave para la adopción de esta práctica en Argentina.

Campañas educativas y de marketing serán fundamentales para superar las barreras culturales y fomentar la aceptación del consumo de insectos. A medida que más países y regiones adopten esta tendencia, es probable que Argentina también explore las posibilidades que ofrecen los insectos como una fuente sostenible y nutritiva de alimentos.