El fenómeno del "duelo por el final de una serie" es un tema que ha ganado relevancia en la era del streaming y las maratones frente al televisor. Según el especialista en cine y series, Martín Fernández Cruz, esta experiencia puede compararse, en cierta medida, con cualquier otra pérdida que podamos tener. Cuando una serie que hemos seguido durante años llega a su fin, muchos espectadores experimentan una sensación de vacío y soledad, como si estuvieran despidiéndose de un grupo de gente al que conoce y aprecia.

Este apego emocional se desarrolla porque los personajes de nuestras series favoritas se convierten en una parte integral de nuestra vida cotidiana. A lo largo de temporadas, compartimos sus alegrías, tristezas y desafíos, creando un vínculo emocional que va más allá de la simple ficción. Es por esto que, al acercarse el final de la serie, muchos espectadores intentan prolongar la experiencia, ya sea demorando ver el último capítulo o espaciando las maratones de episodios.

La intensidad de este "duelo" puede variar según la serie y el espectador, pero es un fenómeno común en producciones de larga duración como Outlander, Downton Abbey o Café con Aroma de Mujer. Estas series, que han acompañado a su audiencia durante años, crean un universo familiar y reconfortante al que los espectadores se acostumbran a volver regularmente.

Apego a los personajes de ficción

El apego a los personajes puede ser tan fuerte que a veces traspasa la pantalla. No es inusual que los actores sean abordados por fanáticos con frases de sus personajes, lo cual, si bien puede ser halagador, también puede resultar incómodo para los intérpretes que buscan separar su identidad personal de sus roles ficticios.

Desde una perspectiva psicológica, este fenómeno se explica por la forma en que nuestro cerebro procesa las conexiones emocionales. Aunque racionalmente sabemos que los personajes son ficticios, nuestras emociones responden a ellos como si fueran reales, generando un sentimiento de pérdida cuando ya no están presentes en nuestra rutina.

Fernández Cruz sugiere que es normal sentir un vacío después de que termina una serie que nos ha acompañado durante mucho tiempo. Sin embargo, también señala que este "duelo" puede ser una oportunidad para reflexionar sobre por qué nos conectamos tan profundamente con ciertas historias y personajes, y cómo podemos canalizar esas emociones de manera positiva en nuestra vida cotidiana. Además, el final de una serie querida puede ser el momento perfecto para explorar nuevas narrativas y experiencias, ampliando nuestros horizontes culturales y emocionales.