El bochorno del sábado a la noche tiene dos responsables: el secretario de Deportes de la Nación, Carlos Mac Allister y el secretario de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires, Luis Lobo, además de quienes manejan el estadio municipal Mary Terán de Weiss; todos ellos incapaces funcionarios que toleraron la llegada de un criminal acto de inhumanidad llamado UFC y que reunió a miles de personas en un estadio público.
“Pagar para ver matar” debió ser el título de la cartelera de este triste momento para el deporte, autorizado por aquellos incapaces, en un deporte argentino cada vez más vencido por la ambición de quienes son capaces de poner a hombres y mujeres dentro de una jaula para que, un poco más, se coman el hígado a mordiscones.
A tal país que nos toca vivir, tal deporte arrastrado en el felpudo del dinero y la ambición.
¿Y el periodismo? Bien gracias, el 99 por ciento elogiando la masacre y no abriendo la boca para nada, todo a cambio de una entrada.
"La sangrienta paliza que recibió el argentino Cannetti en la noche de UFC en Buenos Aires” , tituló el responsable de Deportes de Infobae a fin de enganchar lectores sedientos de sangre y morbo, en otra muestra de la decadencia periodística de un editor que insiste en llevar estos temas en las páginas deportivas y no en las policiales.
Observemos estos párrafos dignos de una antilección de periodismo deportivo:
La sangre que decoró el octágono de Villa Soldati fue una muestra del espectáculo que brindaron los latinos. Además, como en los dos compromisos previos disputados entre Nad Narimani y Andreson Dos Santos; y Jesús Pinedo y Devin Powell no se observó la acción que improvisaron los animadores del tercer cruce de la velada.
El duelo se resolvió después de 3 rounds muy intensos. El fallo unánime de los jueces le dio la victoria a Laureano Staropoli para que el argentino festeje ante su público de Parque Roca. Sin dudas, el aplauso de los espectadores fue dirigido a ambos, dado que el show que montaron entusiasmó a los fanáticos.
Fox Sports, que viene de darnos una lección de periodismo deportivo berreta en el último superclásico, fue el canal de transmisión de este engendro.
Ahora leamos estos dos párrafos de Olé: “El Parque Roca estuvo copado por 10.425 personas, según cifras oficiales de la promotora estadounidense. Y se hicieron sentir fuerte. Ponzinibbio, nacido en La Plata, entró con La Renga reventando los parlantes y la gente estalló. El apoyo del público fue completo y desnudó las ansías que había en este país de ver un evento de este calibre en un deporte que no para de crecer a nivel mundial.
Ya dentro del octágono, Santiago hizo todo bien. No hay otra forma de definirlo. Achicó los espacios ante un rival sumamente largo, que le sacaba diez centímetros de altura, y lo peleó en la corta, dando clases de jab y cross constantemente. Su izquierda comenzó a lastimar la cara del estadounidense y la frutilla del postre fueron las patadas bajas, que dejaron inactiva la pierna izquierda de Magny.
“Herido en la pierna derecha, el visitante intentaba sobrevivir casi sin poder pisar. Ante su evidente debilidad, el estadio estalló al unísono “Low, Low, Low” vociferaban insistiendo en que lanzara más patadas hacia la tibia de su rival, en un coro inédito para el público argentino hasta hoy”, comentaba Matías Baldo en La Nación, sin una línea que se dedique a criticar semejante intento de homicidio.
Sólo falta que el Círculo de Periodistas Deportivos premie al mejor “estrangulador” de UFC en los premios Olimpia de este año y que el inservible Comité Olìmpico Argentino que preside Gerardo Wertheim los reciba a los de la UFC en su cena de gala.
En unos años más, si así seguimos, las páginas deportivas encontrarán bellos relatos en una nueva sección llamada “las autopsias de ayer y de hoy”.
Una de las fotos publicadas en una de las crónicas mencionadas