Cerca de 43 millones de dólares. Esta es la plata que cuatro equipos de los que llaman “grandes” se gastaron en este verano en transferencias de jugadores. Un despropósito para el momento que sufre la Argentina y que el fútbol argentino atraviesa con dolor. Pero como ha sucedido siempre, los dirigentes hacen lo que apetecen con la plata ajena: la plata de los socios. Y los socios – o una buena parte de ellos- seducidos por los manjares de un título, una clasificación, una Copa internacional, un clásico ganado, un triunfo de sábado o domingo, finalmente aprueban el desatino.

¿Hay condiciones para gastar semejantes cifras?

¿Esto debe llamarse ostentación o despilfarro?

En la Argentina nunca tuvimos ejemplos de buena administración y gestión de las asociaciones civiles. Salvo excepciones desde ya. Cada tanto reaparece – de acuerdo a la temporada y el balance- el caso de Lanús. Pero en general la señal es la misma a comienzos de cada año: comprar, buscar afuera, repatriar.

Hay quienes sostienen que sólo hay cinco clubes capaces de semejante muestra de billetera: River, Boca, Racing, Independiente y San Lorenzo. Los cuatro primeros son los de los 43 millones. Argumentan que las comisiones directivas de estos clubes gozan de buenos ingresos gracias al crecimiento de la masa societaria, la venta de camisetas y otros objetos y los nuevos derechos de TV de la Superliga y que ello les da derecho a gastar. Si bien aún no se cuenta con un estudio preciso acerca de estos “nuevos tiempos”, lo cierto es que por ejemplo River, con ingreso cercanos a los 1.600 millones y pasivo de 800 millones de pesos, podría darse algunos lujos.

Pero claro, la hora de la verdad siempre llega a fin de año (o fin de las temporadas) cuando se pone el ojo en las tablas de posiciones. Por el momento Boca y San Lorenzo se encuentran arriba, River y Racing sufren e Independiente – a once puntos de Boca- mantiene los latidos firmes. Es cierto, falta muchísimo para el final. Pero estos primeros indicios, sumados a los resultados de la última fecha, ponen las cosas en el mismo lugar de siempre: aquí en la Argentina no hay plata que asegure resultados.

Sabemos que hay periodistas que opinan lo contrario y que sospechan que aquí se construirá un mundo futbolero parecido al de España. River y Boca terminarán comprando “estrellas” o “proyectos de estrellas” y de esa manera se repartirán durante años las mieles de la victoria.

Si esta creencia o presentimiento se confirmase, tendríamos que discutir mucho más el carácter antidemocrático del reparto del dinero de la TV. ¿Es justo que los equipos más ricos se lleven la mayor parte de la torta? O hay que poner en marcha el pensamiento más igualitario para defender el principio de “a todo participante de una competencia” el mismo dinero.

Quienes crean que esto es el delirio de un cronista socialista, que se fijen en el pago de premios de una Copa del Mundo, por ejemplo. Veamos la última, Brasil 2014. Los equipos que pasaron a cuartos de final recibieron 14 millones de dólares, los de octavos recibieron 9 millones y los que no pasaron de la fase de grupos se quedaron con 8 millones. El campeón recibió 34 millones. Pero en las instancias igualitarias, nunca importaba el país, su historia de Copas o si tenía chapa o no de selección “grande” o atractiva para la TV. En el “todos contra todos”, nadie cobraba distinto.

Un aporte a la reflexión, para el periodismo deportivo que no reflexiona.